Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· Los hijos tiranos


Sucede hasta en las mejores familias. A veces se da en las clases medias-altas o altas, y también en las medias o medio-bajas. Habitualmente son familias aparentemente normales, en las que los padres han educado a cada uno de los hijos por un igual, cuando de repente se encuentran con uno de ellos que actúa de manera tirana y déspota, dando serios problemas y aterrorizando a los adultos. Es el síndrome del Emperador. En principio no existe un patrón establecido sobre qué familias son las más propensas a producir un hijo de estas características, no obstante hay un dato relevante: las niñas ganan terreno y llegan a ser un tercio de los casos. Otro detalle a tener en cuenta es que cada vez baja más la edad en que los padres acuden a un profesional porque su hijo tiene comportamientos agresivos y violentos.

Además de un cierto componente genético, el vertiginoso ritmo de nuestra sociedad y su permisividad son algunos de los posibles orígenes del hijo tirano. También la falta de ‘conciencia de culpa’, que se ha sustituido por el ‘respeto a las leyes y la tolerancia’, son parte del entramado social que provoca este síndrome. Aunque hay niños más propensos que otros, existe un claro factor de riesgo: las familias no consolidadas. Las relaciones superficiales, avivadas por la velocidad de los acontecimientos, el mucho trabajo y la poca disponibilidad a educar integralmente a los hijos, son aspectos a tener en cuenta. También, cuando se etiqueta a un niño como especial, o un hijo es muy deseado, entronizándolo antes de nacer, o tiene un coeficiente de inteligencia alto o el muy inquieto, son aspectos a valorar.

Es evidente que ni los hijos de padres mayores serán tiranos ni todos los niños caprichosos o egoístas tienen el llamado síndrome del Emperador. Pero la señal de alerta se produce cuando denotan satisfacción imponiendo sistemáticamente su voluntad, chantajeando con graves escenas en grandes almacenes, tomando protagonismo delante de otros adultos, interiorizando el primero yo y luego yo. La falta de compromiso moral y de sentimiento de culpa de los jóvenes tiene efectos catastróficos en aquéllos que tienen dificultades para un buen aprendizaje de los principios morales, y puede convertirlos en personas violentas y maltratadoras.

Al niño tirano se le acostumbra a consentir todo para que no se traumatice y se le da un poder desmesurado que no le pertenece y que a veces no sabe cómo gestionarlo. También, muchas veces esos mismos niños que humillan y esclavizan a los padres de día, por la noche tienen miedo a una tormenta y no piden protección, por lo que el síntoma se vuelve tan invalidante para los hijos como para los padres. Para revertirlo es necesario que los padres superen la queja y se dispongan a cambiar, a manejar los límites y sostenerlos desde una relación de pareja firme y segura.

Ideas y pautas para los padres

* Madurar en la responsabilidad paterna y materna. Sin unos padres conscientes y convencidos de su responsabilidad como educadores, no hay salida al síndrome del Emperador. Un acuerdo absoluto entre tutores sobre educación es imprescindible para empezar a ver la luz. Muchas veces los padres ven la realidad, pero no quieren ver que para superar los problemas hay que adoptar otras actitudes, tomar consejo de profesionales o aunar esfuerzos y pautar la relación futura con el hijo. Los padres deben ser adultos para formar hijos que en el futuro serán adultos.

*Potenciar la capacidad de dirección coordinada de los padres. Cuando un hijo toma el control del hogar, de las situaciones, de las conversaciones o de las relaciones, sólo se puede contrarrestar con unos padres bien coordinados entre sí. La coordinación es absolutamente necesaria. Muchas veces, cada tutor opta por un camino distinto, por una forma de educación divergente con la otra, por una manera de solucionar el problema que se presenta en casa. Con este panorama, el niño o la niña sabe que siempre tiene las de ganar. Coordinar cualquier decisión o actitud por parte de los padres es parte de la salida al problema.

* Atajar cuanto antes las desviaciones. Cuanto antes nos demos cuenta de que nuestro hijo es un posible niño tirano, antes podremos resolver el problema. Cuanto más mayor sea el niño, más difícil será tomar las riendas de la situación.

*No ser excesivamente autoritarios, pero serlo. La autoridad no se gana con actitudes drásticas, enérgicas o tajantes. Se gana con la firmeza, con el cariño productivo, con la atención responsable que invita a la responsabilidad. Querer demostrar una excesiva autoridad ante los hijos puede significar que, en realidad, se tiene poca. Es preferible la autoridad de una actitud estable y coherente, que no se deja llevar por cambios bruscos de carácter o imponiendo criterios y razonamientos por la fuerza. La autoridad no está reñida con una actitud amorosa.

*Más síes y menos noes. Más límites positivos. Una educación que siempre niega, que siempre pone barreras, que constantemente fiscaliza o que incide desmesuradamente en lo negativo, será una educación enferma. Más síes y menos noes es tener una actitud positiva y productiva, que dará resultados positivos y productivos. Se pueden poner límites con claridad y determinación, pero para ello no siempre tendremos que poner el no como premisa. El sí a lo bien hecho, la aprobación de lo que se hace bien es parte de la superación del problema con nuestro hijo.

*Pocas normas, pero que se cumplan. Muchas normas provocan dispersión y confusión. Pocas, pero bien asumidas, que se puedan cumplir y se cumplan, tiene sentido pedagógico y ayudará a una disciplina proactiva y efectiva. No obstante, las normas se deberán cumplir hasta las últimas consecuencias pedagógicas. Es decir, no se dará el brazo a torcer de ninguna manera, manteniendo el compromiso de lo establecido. Los niños criados entre algodones, en el futuro tendrán muy poca resistencia a la frustración, por lo que es muy posible que fácilmente se desanimen y desistan pronto ante las dificultades que les presente la vida.

*Inculcar sentimientos morales, con un aprendizaje desde la conciencia. Sin adecuados fundamentos morales, la educación puede resultar estéril. No se trata de moralizar las actitudes ni las acciones, sino vivir con contenidos ciertos y limpios. Es un aprendizaje desde la conciencia, porque se pueden poner normas y disciplinas morales y sociales, pero si no se vive lo que se predica no tendrá gran incidencia en la educación que nos proponemos. Los niños tiranos no han desarrollado las emociones morales, como el sacrifico, la compasión, la empatía o la piedad, por tanto no tienen sentimiento de culpa, lo que consecuentemente les exime de capacidad de responsabilidad.

*Potenciar el tiempo de los hijos con la familia. Hay una educación que no se puede sustituir con otros modelos o prototipos: la familia es el terreno propio y natural para la formación. Sea cual sea el tipo de familia que tengamos, el mejor lugar para el afecto, la comprensión y la superación de los problemas es el núcleo familiar.

*Cuidar y proteger sin excesiva sobreprotección. A veces, al pretender ayudar y cuidar a nuestros hijos, lo hacemos con una actitud de excesivo control y sobreprotección. Tenemos miedo o desconfianza a que ellos no sean capaces de tomar responsabilidades y compromisos. Educar es mostrar el camino, poner los límites, marcar los objetivos, dando confianza y seguridad a la respuesta de los hijos. Por esta razón, sobreprotegerlos los hace más dependientes e inseguros. Ellos deben indagar y explorar los caminos de sus propias capacidades e independencia, aunque siempre con las directrices fijadas.

*Amar, amar y amar, pero que se note. Amar no significa ceder a las reglas establecidas, sino establecer un cauce comunicativo que sólo el amor puede ofrecer. Amar y que se aprecie tampoco es colmar de regalos y muestras constantes y persistentes de aprecio, sino expresar con toda naturalidad lo que se siente, en el momento adecuado y de la manera apropiada.

*No decir mentiras a los hijos. Un carácter o actitud que habitualmente se basa en la mentira y el embuste, será un erróneo modelo en la educación del niño con síndrome del Emperador. Mentir a los hijos producirá en ellos desconfianza y distancia ética. Es preferible ser verdaderos en nuestra manera de ser y hacer.

©2011 Josep Marc Laporta

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2 comentarios:

  1. Tengo un hijo tirano y se lo dificil que ha sido meterlo en vereda. Necesitamos mas articulos que nos aconsejen y nos ayuden. Gracias

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  2. Sufrimos mucho la tiranía de mi hijo de 9, el lleva desde los 6 en terapia, ahora yo estoy rebasada con el problema y me han recomendado que sea yo la que tome terapia para fortalecerme y poder ayudar mas. Que opinan?

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