Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· El primer amor de los hijos

Para los padres, el hecho de asumir que su hijo crece, se enamora y tiene experiencias los desborda porque no pueden tener el mismo control, tan directo, como cuando era pequeño. Ante esta nueva etapa, la mayoría de los padres sienten que han perdido una parte de ellos y que nunca más la volverán a recuperar. En realidad creen que los hijos no están preparados para entablar relaciones amorosas, mientras se resisten al cambio, sin darse cuenta de que están creciendo y que van camino de adultos. Prueba de ello es que cuando se les pregunta qué edad consideran adecuada para que sus hijos tengan pareja, seis de cada diez responde que, al menos, 18 años.

Esa resistencia paterna y materna obedece, fundamentalmente, al miedo: miedo a que el hijo sufra por amor, miedo a que sea influido negativamente por esa relación, miedo a que se inicie en relaciones sexuales... Lo cierto es que el primer amor de los hijos expone a los padres, muchas veces por primera vez, a una situación en que pueden ver al hijo contento o sufriendo por algo que ellos no pueden controlar, porque si va mal en el colegio pueden estudiar con él o ponerle un profesor, pero si el hijo sufre por amor no tiene mucho margen de intervención, salvo apoyarle y consolarle.

Los miedos más habituales de los padres son los siguientes:
1- El sufrimiento amoroso que pueda conllevar una decepción;
2- A que el hijo pueda ser influido negativamente por la relación;
3- Las relaciones sexuales; y
4- El nido vacío.

La mayoría de los adolescentes, incluidos los padres, ha tenido desengaños amorosos, pero prácticamente todos superan esta fase sin demasiados problemas. Hemos de considerar que el amor, más que sufrimiento, es descubrimiento de nuevas sensaciones, sentimientos y experiencias positivas.

En cuanto a que una relación pueda afectar negativamente, los adolescentes suelen tomarse las cosas de una forma un tanto obsesiva, y eso hace que los padres teman que su hijo o hija sólo pensará ahora en la novia o novio, lo que repercutirá en otros ámbitos, como los estudios, la relación con la familia, sus responsabilidades, etc. Además, el miedo a que la otra persona sea una mala influencia, también afecta a ese miedo primerizo de los padres.

Ante el primer amor, muchos padres comienzan a plantearse la sexualidad de sus hijos y se inquietan con la posibilidad de embarazos no deseados y riesgos indeseables. Entonces será el momento, si no se ha hecho antes, de hablar de sexo abiertamente, sin apabullamientos ni saturaciones.

Un miedo latente, más por causa de los padres que por los hijos, es el síndrome del nido vacío. Que un hijo se enamore es un indicador clarísimo de que ha crecido, y algunos padres lo asocian con que pronto se irá de casa. Esa vivencia, en lugar de llenar de alegría, provoca ansiedad y angustia en muchos progenitores.

Lo cierto es que tengan la edad que tengan los hijos, a los padres siempre les parece que aún es pronto para que tengan novio, o que no es el momento oportuno por los estudios, los amigos, los proyectos, etc. El estudio sobre las relaciones familiares de casi un millar de alumnos de Cataluña de entre 10 y 17 años realizado por Ramon Casals, profesor del instituto Leonardo Da Vinci de Sant Cugat (Barcelona), deja constancia de ello. A la pregunta sobre ‘¿qué edad consideras adecuada para que tus hijos tengan pareja?’, el 42% de los progenitores respondió que entre 18 y 20 años; un 25% dijo que entre 16 y 17, y un 17% apostó por más de 20 años. En general, las madres tienden a retrasar la fecha de la primera relación.

En cuanto a la edad que los padres estiman adecuada para que los hijos tengan relaciones sexuales completas, el 43% de los encuestados también la situó entre los 18 y los 20 años; un 23% respondió que lo ideal es cuando pasen de los 20, y un 10% —sólo el 6%de las madres frente al 15%de los padres — fijó la franja aconsejable entre los 16 y los 17 años.

El miedo limita y condiciona mucho. Pero con miedo o sin él, angustiados o no, los padres han de asumir que una de sus tareas vitales cuando los hijos se hacen adolescentes es la de facilitar la autonomía y el crecimiento que necesitan.

Pautas e ideas para reflexionar

* Prepararse para cuando suceda.
La mayoría de los padres no tienen en cuenta que un día su hijo o hija tendrá su primera relación amorosa. Es bueno empezar a pensar en ello cuando el niño todavía tenga entre 11 y 13 años. En esas edades hay que empezar a prepararse psicológicamente, pensando qué actitud tomaremos, cómo nos comportaremos y de qué manera los ayudaremos.
* Actuar siempre con naturalidad. No tomar actitudes de extrañeza, de miedo o de incomprensión. Lo que más necesitan nuestros hijos es la aceptación de sus sentimientos y emociones, que corresponden a una edad en la cual ya están capacitados para ensayar las sensaciones amorosas. En esos momentos hay que hacer un ejercicio de memoria, volver la vista atrás y recordar que hace mucho, nosotros éramos como ellos, y aprendimos de esa primera experiencia.
* No obsesionarse con la comunicación. Habitualmente, los padres de los adolescentes están obsesionados con la comunicación e insisten en saberlo todo, pero lo normal es que cuando los hijos empiecen su primera relación ni se enteren, porque lo habrán hablado entre los mismos compañeros. No obsesionarse con la comunicación es no pretender saberlo todo. Pero para saber por dónde van las cosas, no olvidemos que los adolescentes dejan señales. Se trata de estar un poco atentos a ellas.
* Promover el respeto y fomentar la confianza. El respeto siempre es necesario e imprescindible para unas buenas relaciones, ya sea con un niño, con un adolescente o con un adulto. La confianza crece con la base del respeto y cuando se generan espacios de diálogo y comunicación. La confianza es un sentimiento recíproco: los hijos confiarán más en los padres que confíen en ellos y no tanto en los que manifiesten más temor hacia sus decisiones. A veces los adolescentes no expresan lo que piensan porque se les corrige y replica todo lo que dicen. Hay que dejarlos hablar para que aprendan a opinar más tarde como adultos y padres.
* No juzgar. Con mucha frecuencia, lo primero que se hace al saber que el adolescente tiene su primera relación es juzgar, o sea, dar nuestro parecer, opinar, calificar, valorar, aconsejar precipitadamente o pronunciarnos sobre si es la persona adecuada o no. No obstante, lo primero que deberemos aprender es no dejar nuestro peculiar rastro de adulto sabelotodo, sino aceptar los primeros deseos de nuestro hijo/hija. No olvidemos que es su primera decisión, su primera experiencia, su primera toma de contacto un poco seria con el otro sexo, por lo que no deberemos enturbiar esas primeras sensaciones amorosas con nuestras opiniones.
* No preguntar excesivamente. Ante tal situación de sorpresa y desconocimiento sobre la decisión tomada, a veces los padres empiezan un serio e intimidatorio interrogatorio. Se pueden saber muchas cosas sin preguntar cada dos por tres. Existen muchas maneras de conocer lo que piensa nuestro hijo sin prácticamente preguntar, solamente interesándonos, mostrando nuestro apoyo y manteniendo una conversación intrascendente que nos permita observar o percatarnos de cómo va todo.
* Mantener los puentes de diálogo abiertos. Si hemos sabido crearlos en la niñez, en la adolescencia y con las relaciones amorosas tan solo los hemos de dejar abiertos, intentando que nada trunque esa comunicación ya establecida. Ni una primera relación amorosa debería entorpecer esos puentes de diálogo creados anteriormente.
* No desacreditar ni despreciar a la pareja elegida; tampoco negar la relación ni ridiculizarla. Hemos de empezar a aceptar las decisiones que el adolescente empiece a tomar en su vida. Un noviazgo o una incipiente relación es una de las primeras decisiones de mayor calado en la vida del ser humano. Por ello, pese a que no nos guste demasiado el tipo de persona elegida, deberemos mostrar aceptación y conformidad (prohibir una relación es hacerla más atrayente). En el caso de que la persona que nuestro hijo hubiera elegido, tuviera un pasado o una actitud ignominiosa, no deseable o de talante inmoral, sí que es conveniente y necesario hablar decididamente con él para hacerle ver la realidad. No obstante, por lo general, las relaciones que se establecen son de ámbito convencional y no debieran provocar en los padres ninguna animadversión visible.
* No frivolizar con comentarios hirientes, los sentimientos amorosos. Se pude caer en el error de burlarnos o tomar muy superficialmente la nueva relación con comentarios desafortunados. Observaciones como ‘¡ay, es que el niño está un poco pavito porque se ha enamorado!’, u ‘¡hoy no tiene hambre porque acaba de ver al novio y, ya se sabe, come novio!’, pueden provocar distanciamiento y relaciones viciadas.
* Huir de los consejos moralistas y retóricos. ‘Te aconsejo que te lo pienses muy bien’, ‘debes cuidar tu imagen delante de la gente…’ o ‘cuando yo tenía tu edad…’, serían consejos inadecuados por su didáctica tan ilustrativa y comparativa. Es mejor ‘tirar de la lengua’ sin malas intenciones o un mero comentar las vivencias, dejando que las palabras traigan reflexiones por sí solas, no por nuestras constantes apreciaciones.
* Expresar opiniones con prudencia y delicadeza. Siempre habrá alguna ocasión en la que tendremos que pronunciarnos sobre algún aspecto de la relación. Es preferible la prudencia y la delicadeza, porque no es a nosotros a quienes nos ha de gustar la pareja de nuestros hijos, sino a ellos. Debemos tener en cuenta que una crítica fuera de lugar puede convertirse en una negación del mismo adolescente y de su poder de decisión, por lo que es necesario pronunciarnos con consideración y discernimiento.
* Establecer relaciones saludables con otros padres y madres. Hablando aprendemos mucho de nosotros mismos y de los demás, y encontramos palabras y actitudes más adecuadas para acompañar a nuestros hijos en su crecimiento y en su descubrimiento de la vida. Conversar con otras personas que pasan por parecidas situaciones nos permitirá obtener nuevas referencias, ideas o reflexiones.
* Tratar a la pareja como un amigo más. Cuando la pareja de nuestro hijo/a es presentado/a y entra en casa, es conveniente tratarlo/a como un amigo/a más, ni más ni menos. Al mismo tiempo, es aconsejable vincularse con la pareja en la misma medida que lo hace nuestro hijo, no más. Igualmente sucederá en una posible ruptura. Es importante poner razones a las emociones y emociones a las razones; es decir, saber qué hacer en cada momento sin dejarnos llevar sólo por la emoción o sólo por la razón.

©2011 Josep Marc Laporta

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3 comentarios:

  1. Muy interesante. Cuando llega ese día que te das cuenta que tu hija tiene novio siempre te coge de sorpresa. Y de repente has de saber que hacer y que decir sin tener ni idea de nada. Gracias por esta web y por todos los consejos que nos dan.

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  2. Pues yo estoy muy perdida. Mi hija de 12 ha salido con uno de 15 durante un mes y estaba tan entusiasmada, que todo giraba en su mundo alrededor de él. Ayer el chico la dejó y lloró muchísimo, con mucha ansiedad e incluso se lastimó el puño al golpear la pared. Yo lo único que quiero es que se tranquilice y que vuelva a centrarse. Que hago?

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  3. supongo que simplemente nos queda mirar ay apoyarlos, no cabe duda que duele ver como esos pequeños niños a los criamos y amamos, esperamos que no les pase nada, porque estamos alli para que nada malo a ellos les acurra, pero llega el momento en la que... se enamoran.
    tambien me pasa, mi niña de 11 ya tiene un pequeño que la ilusiona, ha sido un pared muy fuerte con la que no pense chocar...
    que puedo hacer...
    asi como tu.. solo tengo que apoyarla, tengo que respetar sus emociones y entender que esta creciendo y aprendiendo a vivir... la vida sera muy dura, pero pienso que no deberia serlo, sino mas bien deberia seguir siendo la misma, mostrando cada vez que estamos con ellos, que no nos afecte... pero pienso que para esto puedo estar prerandome... mas no se, si estare igual de preparado para su primera desilucion... :(

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