Las aptitudes de l

Un carácter fuerte en la voluntad se construye en la fijación del interés sobre metas más o menos distantes, modelos y principios de conducta. Es decir, aprendiendo a crecer con un deseo productivo, capaz de transformar el deseo en actividad concreta que dé frutos. Al mismo tiempo, la capacidad de voluntad necesita ejercerse logrando metas que sean alcanzables pero que no están tan próximas que necesiten de poco esfuerzo. La distancia intermedia de una meta es muy útil para crecer en capacidad de voluntad.
Pero de todas las capacidades que conforman una voluntad firme, la perseverancia es el mejor recurso. Perseverancia frente a obstáculos y frustraciones, y la adhesión a los principios que se habrán establecido previamente.
Uno de los defectos comunes que pueden conducir a la debilidad de la voluntad es la ausencia de objetivos. Tener objetivos y que sean alcanzables es vital para movilizar la voluntad. Pero si a la ausencia de objetivos se une la ausencia de esfuerzo o de ideales, ausencia de modelos de conducta, una atención vacilante, una incapacidad para resistir impulsos o romper hábitos y una incapacidad para decidir entre alternativas o asumir una decisión, es muy probable que la voluntad sea tan débil que no permita avanzar en ninguna dirección.
Conquistar una voluntad firme nos proporcionará una doble arma y escudo para protegernos de vicios y dependencias nocivas. Muchas personas han caído en la dependencia y en la aniquilación de su dignidad por haberse negado aquella primera vez, dando vía libre a una felicidad ficticia. Otros no pudieron evitar malas camaraderías por temor a la crítica y a la soledad, incluso a sabiendas de que no resultaría bueno, o posiblemente creyendo que tendrían fuerzas para dejarlo después. Pero la fuerza de voluntad no es algo que podamos escoger o pedir en un momento de urgencia, sino que es una herramienta que se debe practicar en pequeños proyectos, detalles o intereses.
La voluntad es un aspecto muy importante de la personalidad, porque es un motor que moviliza otros valores humanos positivos. En cualquier actitud, tarea o proyecto que nos dispongamos a hacer, la voluntad siempre será el eje vertebrador para conseguir el objetivo propuesto. Por ello, donde exista capacidad de voluntad habrá, en buena medida, felicidad y bienestar emocional.
Cómo educar la voluntad
* La voluntad se ejercita en el aprendizaje gradual. De la noche a la mañana es imposible conseguir dominarla ni someterla. Es preceptivo el aprendizaje en la repetición de actitudes donde luchamos, nos caemos y nos levantamos para volver a empezar, y al final vencer. Por dicha razón, quien quiera crecer en voluntad deberá ser consciente de que es un proceso gradual, un aprendizaje progresivo, con actitudes de superación permanentes.
* Inculcar hábitos positivos. Los hábitos positivos se pueden conseguir mediante la repetición de conductas idóneas, de manera deportiva y alegre. Así, poco a poco la balanza se irá inclinando hacia mejores comportamientos, más maduros y positivos. Pero es importante señalar que las primeras etapas serán duras y conllevará mucho trabajo, porque la voluntad todavía estará en estado primario, sin dominar.
* Negarse o vencer en los gustos, estímulos e inclinaciones inmediatas. La voluntad se vence con exigencia, a sabiendas de que se ganará con persistencia y disciplina. Es preciso acostumbrarse a vencer los estímulos inmediatos, aquellos en los que se cae de manera rápida e irreflexiva. Las primeras etapas serán lo bastante difíciles, pero cuando los hábitos de la voluntad se hayan adquirido, los resultados serán alentadores.
* Incorporar grandes motivaciones y pequeños pasos. Cualquier aprendizaje se adquiere con más facilidad a medida que la motivación es más grande (una motivación grande no significa necesariamente una meta grande e inalcanzable). Estar motivado nos permitirá apuntar al mejor blanco posible, pero dando pequeños pasos con las metas volantes. Es necesario tener ilusión para lograr algo; si no hay ilusión y motivación, difícilmente existirá una voluntad preparada para la lucha que vendrá.
* Tener objetivos claros, precisos, bien delimitados y estables. Cuando nos proponemos objetivos bien establecidos, todos los esfuerzos se unen hacia adelante y los resultados positivos están a la vuelta de la esquina. Por ejemplo, un objetivo claro, bien delimitado y estable sería estudiar sólo un curso de inglés; nada más. El objetivo claro es: estudiar inglés en un proceso académico regular; es preciso: no estudiar ningún idioma más; está bien delimitado: durante un año; y es estable: una clase por semana. La dispersión de objetivos o abarcar más de lo que se puede debilita la voluntad.
* Tener claro que toda educación de la voluntad tiene un trasfondo ascético. Es decir, que las propuestas consumistas o materialistas no son parte del ejercicio de la voluntad. En el fondo, entrenar la voluntad significa desear una meta abstracta y espiritual en la que el objetivo es más de disfrute del espíritu que de impulso material y crematístico. En realidad, la voluntad es un estado del espíritu del ser humano.
* Incorporar el hábito de elegir o intentar elegir lo correcto. Siempre hay que tomar una decisión de elección, diariamente, constantemente. Y cuando no se elige o no se toma ninguna determinación por algo, ya se ha elegido. La voluntad crece y se fortalece cuando se observan las posibilidades que están a nuestro alcance y tomamos una decisión con la firmeza de no querer volver atrás. No debemos tener miedo a elegir y tomar partido, porque tomar partido por algo es ley de vida, y es ley de cada día.
* Buscar un confidente para recibir apoyo en el ejercicio de la voluntad. Siempre es bueno contar con una persona de confianza para ayudar en la construcción de la voluntad. Muchas veces no es preciso que sea el mejor amigo, sino la persona que mejor nos conoce y que es capaz de ofrecer un apoyo estable, sincero y continuado.
* Aprender a esperar, regalándonos pequeños premios volantes. Para conseguir una voluntad de hierro, es conveniente premiarse de vez en cuando। Establecer un premio al alcanzar una meta volante nos puede ayudar mucho para entrenar la fuerza de voluntad. Si miramos exclusivamente la meta final y no atendemos las metas volantes, podríamos caer en el desaliento. Es mejor fijarse metas alcanzables, de corto plazo, entrenar la voluntad en ellas y continuar hasta la próxima meta volante. Poco a poco se fortalecerá una voluntad bien construida a base de pequeñas metas.
©2009 Josep Marc Laporta
