Para entender mejor lo que sucede en la mente del niño destronado podríamos pensar en cómo nos sentiríamos si un día nuestro cónyuge llegara a casa con otra pareja diciéndonos con absoluta tranquilidad: ‘tranquilo/a cariño, ahora esta persona va a venir a vivir a casa, pero no sufras, cariño, que os voy a querer a las/os dos por igual’. Quedaríamos perplejos y sin saber qué hacer ante la usurpación de nuestro lugar, tan bien adquirido y posicionado durante años, aparte de otras consideraciones morales o sociales.
Cuando se vislumbra la llegada de un nuevo miembro al hogar, no solamente es necesario preparar el espacio físico para atenderlo mejor, sino que también es conveniente preparar a los componentes de la familia para saber adecuarse a la nueva situación. En realidad, en todos los grupos familiares, la llegada de un nuevo bebé trastoca considerablemente todas las coyunturas de las relaciones y engranajes habituales. El ex rey de la casa puede sufrir etapas de agresividad, regresión, tensiones y, especialmente, celos. Este problema es más común en los primogénitos y en los niños entre tres y siete años, y es menos frecuente cuando la diferencia de edad es estrecha, por ejemplo, niños muy seguidos o gemelos, y, por lo general, no afecta del mismo modo cuando se da entre el segundo y tercer hijo.
Una solución para evitar los celos infantiles sería tener los hijos muy seguidos, aunque esto puede ser un alivio para los niños, pero un gran estrés para los padres. No obstante, podemos asegurar que el trastorno de los celos infantiles es inevitable. Se tiende a dramatizar, pero es algo natural que se suele solucionar bien y, por lo general, no suele durar más de un año ni se convierte en una patología. Cuando supera este tiempo, se debería considerar más seriamente la atención de un profesional.
El niño destronado celoso se puede inventar mil y una excusas para ser atendido por los padres o adultos। Ellos piensan que han perdido el cariño, especialmente de su madre, por lo cual, ante esta nueva situación, son capaces de decir que les duele una parte del cuerpo, comportarse de una manera más infantil no acorde con su edad o hacer que todo el mundo esté pendiente de él. Ante esto, los padres, preocupados por los padecimientos imaginarios que el niño destronado se क्रेया, pueden llevarlos incluso al pediatra, mientras que con ello el niño refuerza su conducta y logra una atención que le estimula aún más.
Pero ¿cómo deben actuar los padres ante la llegada de un nuevo hermano? Lo recomendable es seguir una serie de consejos unos meses antes de que nazca el bebé. Y, posteriormente, con el nacimiento de éste, seguir unas sencillas prácticas de relación y atención.
Motivos de alerta
* Un comportamiento de mostrarse más pequeño de lo que la edad le corresponde. Se puede atisbar el trastorno del niño destronado cuando su comportamiento se hace más infantil y aniñado. De esta manera piensan que conseguirán la atención que recibe el bebé. Ante esta actitud, es conveniente no hacerle demasiado caso y sí atenderle cuando muestre un comportamiento de acuerdo a su edad.
* Una actitud de celos y envidia que lleve a ignorar al bebé o incluso a maltratarlo. La indiferencia inicial puede dar paso a actitudes mucho más complejas y elaboradas. En todas ellas se debe actuar con mucho tacto y afecto, dándole amor y también siendo firmes.
* Un bajo rendimiento en el colegio, con actitudes de llamar la atención, de querer ser el preferido de la clase o atendido especialmente por los profesores. Pueden sustituir la falta de atención en casa por la atención de los tutores del colegio. El declive de rendimiento escolar también puede ir ligado a una ansiedad flotante pasajera, es decir, estar en babia o sin interés.
* Una agresividad imprevisible. A veces pueden mostrarse más agresivos con los compañeros de clase o con los padres, requiriendo más tiempo y atención, aunque sea por las regañas y castigos.
Consejos prácticos
* No crear falsas expectativas durante el embarazo. Muchas veces los padres pretenden animar o ilusionar al futuro niño destronado con expectativas irreales, como que va a jugar con él nada más nacer o que se lo va a pasar muy bien con un hermanito nuevo, cuando, en realidad, la situación será muy diferente. Las necesidades de cuidado y atención a un pequeñito recién nacido no facilitarán las cosas para el juego o para pasarlo fantásticamente bien o divertido.
* No cambiar la rutina del niño. Sería un mal momento para el primogénito que se le cambiase de habitación, de guardería o de colegio. Tampoco es adecuado mantenerlo aislado mucho tiempo de la madre. Es habitual que en los primeros meses el niño pase más tiempo con los abuelos, pero sería mejor que éstos estuvieran en casa del pequeño y que el niño destronado pueda estar más cerca de la madre y de la cotidianidad.
* No dar mucha responsabilidad al mayor sobre el bebé. No es saludable pasarle nuevas exigencias y obligaciones que no sabrá cumplir y que le resultarán motivo de más celos. Hay que tener en cuenta que el primogénito sigue siendo el mismo niño de antes y que no es su deber tener responsabilidades que no le corresponden. Aunque puede participar de ciertas tareas de cuidado hacia el bebé, no es conveniente que lo adquiera como una obligación ni como responsabilidad continua.
* Hacerle partícipe de ciertos aspectos de ubicación, decoración o detalles de la habitación del nuevo bebé. Durante los meses anteriores al nacimiento, el mayor puede participar con ideas o actividades que preparen la llegada del hermano. Es bueno hacerlo sin presión ni imposición, como un juego de ilusión y complicidad con el nuevo inquilino de la casa.
* Involucrar al niño con nuevas tareas familiares antes de que nazca el bebé. Con ello conseguiremos que adquiera un rol familiar previo a la llegada del hermano, lo que facilitará la integración en la familia en una nueva disposición de más adulto. No se trata de imponer muchas responsabilidades, sino de enseñarle nuevas tareas apropiadas a su edad, que no necesariamente han de tener ninguna relación con la llegada del bebé.
* No mostrar preferencias entre los hermanos. A veces la novedad y la atención que requiere el nuevo nacido hace que implícitamente se muestre una constante preferencia hacia él. Es muy fácil caer en este error, dado que solicita mucha atención y genera una actitud de mucho cariño, creando un nuevo estado preferencial en prejuicio del otro hermano.
* Hablar con el primogénito mostrándole la realidad de lo que vendrá. Informarle de manera sencilla y clara lo que significa la llegada de un hermano. Los cambios que significarán en el hogar, pero que en nada menoscabará el amor y el afecto hacia él, además del tiempo de dedicación.
* Reajustar el tiempo y la presencia paterna de acuerdo a los hijos. Tener hijos conlleva tomar decisiones sobre la administración del tiempo, cambiando hábitos y rutinas; dejando incluso actividades para dedicar equitativamente tiempo y presencia de calidad a cada uno de los hijos. Es bueno programarse la agenda para que no queden desatendidos en la parte emocional y presencial del afecto paterno.
* No comparar los hermanos ni en privado ni en presencia de otras personas. Las comparaciones son siempre odiosas, pero en familia son perjudiciales para el buen crecimiento psicosocial. En cualquier caso, siempre hay que alabar sutilmente pero sin confrontar virtudes ni defectos con otro hermano.
* Hacer ver a los niños más mayores que cada uno es tratado de manera distinta, conforme a su edad. Cada etapa de crecimiento tiene sus necesidades discursivas y relacionales. No es la misma forma de tratar a un niño de un año que a uno de seis. Cada uno recibirá todo, cuando pase por los espacios propios de cada edad; así que ninguno podrá quejarse de no ser tratado con afecto y cuidado, porque todos han pasado o pasarán por cada etapa. Comunicarlo y hacerlo entender a los niños es una buena manera de prepararlos para la llegada del bebé.
* Mostrar amor y dedicar tiempo. La presencia física, junto al amor y el tiempo, facilitará una nueva forma de comunicación plena de sentido y constructiva।
©2010 Josep Marc Laporta