No siempre ha habido éxito, pero si hoy estamos aquí es porque nuestros predecesores han sabido encontrar salida a múltiples problemas que les impedían el paso a su propio futuro. Ha sido una lucha a muerte contra los elementos lo que los ha hecho fuertes y suficientes, y los ha capacitado para las siguientes dificultades.
Nosotros también entramos en situaciones complejas y muchas veces nos consideramos incapaces para encontrar la salida con facilidad. Son cuestiones
domésticas, laborales o de cualquier índole social; pero en todas hemos de luchar contra nuestra sesgada percepción de la realidad y con las posibilidades de solución.
Para solucionar problemas se necesita algo más que buenos deseos, es necesario sobreponerse a las adversidades con inteligencia y capacidad de resolución. También la creatividad es una buena herramienta. Pero la base de toda resolución estriba primeramente en saber que existe un problema y, como siguiente paso, entender dónde está, cómo es, en qué nivel está y de qué manera se puede enfocar.
Solucionando problemas
* Los problemas vienen solos, no nos creemos más. Sin duda, los problemas tienen patas. Cuando pensamos que estamos haciendo todo lo necesario y correcto para no tener problemas, aparece uno que no nunca habíamos imaginado que aparecería. Nunca estaremos exentos de los problemas; asomarán la cabeza cuando menos lo imaginemos. Por lo tanto, saber que los problemas son consustanciales con la vida y con el éxito, nos ayudará a no sorprendernos ni a extrañarnos cuando cualquier de ellos surja.
* No negar la existencia del problema. Muchas personas niegan los problemas esperando a que desaparezcan. Pero nunca desaparece; al contrario, permanece en silencio y se agranda por la indiferencia y la desatención.
* Cuánto más grande sea el problema, más difícil será resolverlo. Muchas veces pensamos que un problema incipiente no necesita de nuestra atención para solucionarlo. Creemos que ya se resolverá por sí solo. Pero como una norma, cuanto más dejamos crecer el problema, también más afectados estaremos por las emociones y los sentimientos que lo acompañan. Es decir, un problema en sus inicios será más virgen de sentimientos nocivos, aunque posea emociones acaloradas. No obstante, en según qué situaciones es conveniente no actuar precipitadamente en primera instancia, ya que las emociones acaloradas y, consecuentemente negativas, podrían impedir una buena resolución.
* Un problema bien presentado es un problema medio resuelto. Habitualmente no solucionamos bien los problemas porque no los presentamos bien. Para hacerlo, es necesario mirar exclusivamente la situación, sin dejarnos influir por cuestiones anteriores, adyacentes o paralelas. Cuantas más influencias permitamos, más difícil será conocer la verdadera realidad. Sin duda, aislar el problema de los condicionantes más cercanos es la clave del éxito.
* Cambiar la perspectiva para encontrar las soluciones escondidas. Si cambiamos la perspectiva del problema, observaremos salidas que parecían que no existían. Mirar el problema desde el punto de vista de otra persona o de otro posicionamiento, nos permitirá ser más objetivos o, como mínimo, tener más referencias para optar por una buena solución.
* Huir de las emociones que provoca el problema. Habitualmente los problemas nos arrastran con su emotividad. Para ser objetivos y sensatos, necesariamente hay que huir de esas emociones que nos controlan y nos dirigen como títeres. Las emociones pueden traicionarnos y obligarnos a adoptar actitudes contrarias a una buena solución; por lo tanto, sólo queda una opción: huir de las emociones que provoca el problema. ¿Cómo? Desfogando nuestra emotividad en conversaciones con amistades y personas que nos apoyen y nos comprendan, para sentirnos más liberados de esa negativa influencia emocional.
* Resolver los problemas, supuestamente causándolos. Una forma de resolver problemas es preguntarse cómo haríamos para causarlos. Ésta es una buena técnica para los problemas personales. ¿Demasiado estrés? Pensar en la manera de provocar más estrés. Por ejemplo: prometer demasiado, no dormir lo suficiente, permitir que nos interrumpan constantemente, dejar muchas cosas pendientes, ir siempre a contrarreloj, etc. Identificados convenientemente, se puede empezar a resolver el problema, desarticulándolo a través de los elementos que supuestamente lo han creado.
* Dejar que el subconsciente se encargue de madurar las soluciones. Bosquejar el problema en la mente antes de ir a dormir estimula el cerebro para que trabaje mientras se descansa. Muchas veces, en la mañana siguiente, mientras nos aseamos, encontraremos una rendija de luz al asunto que nos preocupaba la noche anterior.
* Pedir consejo. Un buen consejero es aquel que nos da una opinión sincera y verídica, a pesar de que no sea la que más nos gustaría escuchar. No siempre los buenos consejeros son los más amigos. Más bien son aquellas personas que nos aprecian, pero que saben bien que el aprecio y la consideración no es un billete que pueda condicionar la veracidad y la realidad. Tener cerca de una persona de referencia y confiabilidad a la que podamos recurrir cuando nos encontremos en una situación problemática, puede ser de gran ayuda para esclarecer ciertos aspectos que sean vitales para la solución de un conflicto.
* Observar el problema desde cinco perspectivas diferentes:
1. ¿Cuál es el alcance real del problema?
2. ¿Qué consecuencias pueden producirse si el problema se deja sin resolver?
3. ¿Cómo se está manejando el proceso de resolución del problema?
4. ¿Qué te dicen tus cinco sentidos sobre problema? Es decir, qué ves, oyes, tocas y sientes...
5. ¿Cómo ves la realidad o el mundo desde la perspectiva del problema?
* Esquivar el miedo a equivocarse. Uno de los elementos que frenan la conveniente solución de un problema es un miedo exacerbado a equivocarse। Es lógico que errar en la solución podría añadir más problema al ya existente, pero habitualmente es mucho más grave no actuar por miedo a equivocarse. El riesgo a equivocarnos es consustancial con el problema, porque nunca se puede saber a ciencia cierta si lo lograremos resolver; no obstante, lo más importante, después de observar bien la situación, es actuar en su tiempo. Un problema sin actuación para su solución, se enquista.
©2009 Josep Marc Laporta