Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· Decir te quiero y sentirse querido

¿Es necesario decir ‘te quiero’ para sentirse querido? Muchas personas necesitan oír de sus parejas o de las personas que les aman la expresión de amor para sentirse amados. Parece que sea una necesidad vital e imperiosa escuchar esa mágica frase para saberse aceptados. Es como si no fueran suficientes las muestras y acciones de amor, siendo necesarias las palabras para reforzarlo. ¿Es realmente necesario expresarse verbalmente para amar? O ¿es posible amar intensamente sin necesitar de las palabras para demostrarlo?

Los seres humanos somos diferentes। Cada uno tenemos nuestro código de comunicación basado en nuestra formación afectiva. Todos hemos recibido acciones y formas de amor según nuestros progenitores han querido, sabido o deseado, aparte de conductas genéticamente aprendidas o culturalmente aceptadas. Unos hemos recibido más caricias; otros, más abrazos; otros, más detalles de afecto; otros, tan sólo muestras de afecto a través del cuidado diario. Muchas veces, carencias afectivas en la niñez conllevarán dificultades o requerimientos de afecto oral en la adultez. Esas carencias o particularidades serán determinantes en nuestra forma de entender la comunicación del afecto.

Las formas de expresar amor son muy distintas de unos a otros. Intervienen múltiples elementos que, dependiendo de la cultura, entorno y ambiente paterno-filial, forman nuestro código de expresión. Por lo tanto, no existe una sola manera de expresión ni una manera común en todas las latitudes y círculos sociales o étnicos. Existe el amor como un sentimiento que, basado en una emoción íntima y en convicciones racionales —temporales o perdurables—, se muestra en múltiples e innumerables formas y códigos.

Sería difícil contabilizar las maneras que cada cultura tiene de expresar el amor. Por ejemplo, una tribu indígena de la Amazonia expresa el amor a través del masajeo de la mano de la madre sobre la cabeza del niño; mientras que algunas etnias asiáticas acostumbran a tener un contacto más impulsivo y fuerte, como apretar con las manos los brazos de un infante. Pero en todos ellos se aprecia que el contacto físico es primordial en la manera de expresión del amor. No obstante, si tuviéramos que determinar el alcance de la expresión oral como validez del amor, nos daríamos cuenta que muchas culturas no dan tanta prioridad a la palabra. Son menos expresivas en este aspecto. Sin lugar a dudas, podemos asegurar que el contacto y el tacto físico y de piel es común a todas las culturas del mundo.

Curiosamente es en nuestra cultura occidental donde podemos descubrir que la palabra afectiva es muy importante para expresar el amor. Somos tanto o más expresivos con la palabra que con el tacto o el contacto. No obstante, ello no quiere decir que en todos los ambientes la expresión oral sea vital y común. Más bien en unos círculos familiares será más habitual y en otros será menos, pero sí que podemos determinar que decir ‘te amo’ es una de las formas sociales de expresión del amor más habituales en nuestra latitud.

Pese a todo, sí que existe una línea común respecto al amor y su forma de comunicación verbal: habitualmente, lo que nunca se expresa oralmente, no existe. No es un axioma definitivo, pero sí es una ayuda para entender que el amor que nunca se transmite, que nunca se comunica, o no existe o está matizado por otro sentimiento superior que lo anula.

Socialmente, existen dos pruebas muy evidentes para observar si una persona está enamorada y vive el amor o no, y una de ellas tiene que ver esencialmente con la palabra. Cuando una de las dos personas que conforman la pareja presenta la relación y a la persona amada con orgullo y satisfacción a una tercera persona, este hecho evidenciará que el amor latente y vivo. La expresión y presentación presumida anuncia la convicción interior, especialmente por la presencia de la tercera persona, que ejerce una función contingente pero determinante. La otra prueba evidente es el tratamiento del detalle, del cuidado expresivo, ya sea oral, conductual o ambiental. Es así como nos daremos cuenta de que tal y como expresemos el amor en la intimidad, así se será la intensidad y belleza del amor.

¿Es necesario decir ‘te quiero’ para sentirse querido? En primera instancia no, a no ser que carencias personales precisen del refuerzo verbal. En este caso, las palabras son un apoyo emocional y psicológico esencial, aunque nunca debieran quedar por encima de los hechos. Una relación basada en una excesiva reafirmación verbal del amor, es muy posible que a medio plazo sufra y al final enferme por obsesiones desmedidas.

Pero cuando el amor es sincero y leal, las palabras son parte de todo un conjunto de argumentos en los que destacan los actos diarios, aquellas pequeñas cosas que demuestran y muestran que el amor está sano y vivo. Una relación afectiva sana es la que se expresa en la multiplicidad de las formas que ambas personas deseen, propiciando un código íntimo único e intransferible.

Comunicando el amor de manera sana

* Hablar de los sentimientos es comunicarse amorosamente. Habitualmente se habla de las cosas que suceden, añadiendo datos, cuestiones y opiniones sobre los acontecimientos diarios. Pero la mejor manera de comunicarse íntimamente es conversar sobre lo que sentimos, no solamente sobre lo que sucede. Es en esta conversación íntima de los sentimientos donde se forja una relación sana y fuerte.
* La mujer ve el detalle; el hombre, el conjunto. Las diferentes maneras de percibir las cosas entre un hombre y una mujer, hace que la comunicación se desarrolle en distintos niveles. Mientras, por lo general, la mujer está atenta a los detalles, el hombre observa las cosas en conjunto, no dando tanta importancia a ciertas cuestiones a las que la mujer los daría. Es por ello, que es conveniente aproximar intereses, entendiendo que una relación de amor se forja en el detalle, dentro de un conjunto armonioso, y, que las palabras, entre otros elementos comunicativos, forman parte del detalle, de ese íntimo tacto con que el amor también se expresa.
* De la abundancia del corazón habla la boca. Evidentemente, esta frase de Jesús fue dicha en otro contexto; pero a pesar de ello sí que nos permite observar una realidad tangible en las relaciones humanas: el amor se expresa vivamente cuando hay un corazón lleno.
* Preguntar constantemente si nos aman puede proporcionar inseguridades en la pareja. Difícilmente una relación de amor puede sobrevivir a las persistentes preguntas de si nos aman o no. Reclamar por medio de preguntas o enunciados de cebo si nos aman, puede llegar a ahogar el amor en la persona reclamada. Es mejor aprender que decir o escuchar ‘te quiero’ es una más de las muchas maneras en las que día a día se puede expresar el amor.
* Ser espontáneos en la expresión del amor es dar vitalidad a la relación. La expresividad calculada y prefabricada anestesia el amor. Es decir, cuando se espera a expresar un sentimiento en fechas señaladas o a través de circunstancias puntuales, hipnotizamos ese mismo sentimiento convirtiéndolo en dependiente y sometido. Expresar espontáneamente los sentimientos es regar y cuidar el amor.
* El pasado y la forma de expresión de relaciones amorosas anteriores no tienen porqué reproducirse. Cada persona tiene su pasado, con un currículum vitae de sabores y sinsabores, de formas de decir y de hacer, de vivir el amor. El pasado no mueve el presente, ni es óbice como para determinar cómo se comunicará el amor. Pero aunque el pasado no cuente en la manera de vivir los nuevos sentimientos, sí que ciertos recuerdos vuelven para encender una luz roja. Esa luz de alerta puede ser la necesidad de que nos repitan que nos aman. No obstante, se puede aprender que las experiencias pasadas no tienen porqué construir una nueva relación basada en antiguas carencias ni demandar persistentes atenciones orales. El primer paso para vencerlo es tener conciencia de ello.
* El amor es un sentimiento basado en una emoción, y también basado en una serie de razones de fondo. Pero también es un compromiso. Si disociamos el sentimiento y la emoción del compromiso, el amor se muere. Compromiso no significa exclusivamente hacer planes de futuro, sino cuidar el amor, protegerlo, darle sentido y velar por él.
* La mejor manera de conocer que un amor está vivo es recibir o pronunciar un ‘te quiero’ sin depender de una pregunta previa. La espontaneidad es el alma del amor।

©2009 Josep Marc Laporta

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