Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· La susceptibilidad

La susceptibilidad es una actitud de inseguridad propia que se manifiesta a través de la sospecha constante hacia los demás, distorsionando la realidad con sus prejuicios। Cuando aparece la susceptibilidad, la persona pierde el manejo de la situación y se convierte en muy insegura. Al mismo tiempo, el susceptible sufre de baja autoestima, cierto complejo de inferioridad y una agresividad encubierta. El perfil de este tipo de personas hace que sus esquemas mentales interpreten los datos que reciben de los demás de forma distorsionada, quedándose fuera de control.

Habitualmente, el inseguro valora en exceso el bienestar económico y el prestigio, porque asocian la seguridad material a la seguridad personal। En el momento en que no las tiene en cuenta, se sienten incómodos y lo sienten como una amenaza a su seguridad personal. Normalmente no les gustan las bromas, sobre todo cuando se ejercen sobre sus propias personas. También no saben reírse de sí mismos y cualquier palabra fuera de lugar la toman como un ataque frontal a su personalidad. Por lo general, son rígidos y serios, tienden al rencor, no olvidan fácilmente y mantienen una actitud revanchista, especialmente con las personas que, según ellos, les ponen en evidencia.

Los susceptibles acostumbran a tener relaciones poco duraderas. Sus relaciones con otras personas se trucan por diferentes razones, entre las que destaca la sensación de ofensa, o el sentimiento que ellos tienen de que todo el mundo los está ofendiendo. Por esta razón tienen ansiedad, son muy irritables, sufren y hacen sufrir, y se muestran siempre a la defensiva.
El resentimiento juega un papel muy importante en el susceptible। El resentido aumenta su dosis de sentimiento ante algo y vuelve a revivir lo mismo pero con ira y enojo. El resentimiento es un veneno que altera el equilibrio y la salud interna. El susceptible es un resentido por naturaleza; actúa constantemente con una doble revisión de los hechos, de las actitudes, de las situaciones, y siempre busca la manera de encontrar nuevas lecturas que le permitan estar a gusto con su manera perniciosa de ver el mundo.

Las personas susceptibles acostumbran a ser tan retorcidas, que complican lo sencillo, agotando al más paciente। Al vivir siempre con la guardia en alto, hacen que los demás también estén con una actitud atenta para no provocarle, por lo cual, las relaciones se convierten en una lucha de intenciones. Con que son capaces de encontrar oscuras intenciones, conjuras y malévolos planteamientos en las cosas más sencillas, imaginan que los demás actúan de la misma manera. Cualquier pregunta es interpretada como una indirecta de ámbito directo o como una condena. Es por ello que con este tipo de personas las relaciones se convierten en una constante revisión de las palabras, andando con pies de plomo para no herirles.

La susceptibilidad tiene su raíz en un egocentrismo relacional। Existen egocentrismos de supervivencia, de poder o de superioridad, pero el de la susceptibilidad es relacional: necesita a alguien para manifestarse. Las actitudes básicas son del talante ‘no me tratan como merezco’, ‘quien se ha creído que es él’, ‘no me consideran’, ‘no se preocupan de mí’, ‘no se dan cuenta de todo lo que hago’, etc. El susceptible deforma del tal manera la realidad, que a veces no sabe lo que es cierto o no, convirtiendo a su entorno en un circo maquiavélico para sus intereses personales.

Huyendo de la susceptibilidad

* Hablar en serio, sin bromas que den lugar a segundas interpretaciones. Muchas veces, la broma es la fórmula preferida de muchas personas para relacionarse con sus semejantes. En medio de risas y mofas, conversan, dejando caer sus apreciaciones personales. Es evidente que si uno de ellos tiende a la susceptibilidad, verá en las bromas un motivo para desarrollar esa perniciosa sensibilidad, entrando en un camino peligroso.
* No ver segundas intenciones en todo lo que hacen o dicen los demás. Confiar en las palabras tal y como son pronunciadas. Este ejercicio es muy útil si se hace al pie de la letra; es decir, escuchando y no suponiendo nada más de lo que se oye. Con la práctica, oír y entender lo que se oye, sin más dobleces, puede conseguir del susceptible una persona más saludable.
* Fortalecer la seguridad personal a través del reconocimiento concreto. El susceptible acostumbra a no sentirse seguro de cómo es ni de lo que siente. Su mundo es un espejismo creado por él mismo, por lo cual necesita de una visión clara y diáfana de su realidad. Para superar esta inseguridad es necesario conocer cuáles son las virtudes propias y las carencias a mejorar. Para lograrlo, es muy útil solicitar ayuda a una persona confiable que le pueda ofrecer una visión exacta de su personalidad. La participación externa deberá ser de alguien de su círculo de amistades o de un profesional, pero en cualquier caso deberá ser una persona estable y con manifiestas capacidades de equilibrio psicológico.
* En las etapas de la vida de inseguridad, como la adolescencia, aparecen transitorias actitudes de susceptibilidad. Pese a ser pasajera, en estas etapas necesita de apoyo y referencias estables. Es saludable quitar importancia a las actitudes susceptibles de los adolescentes y no dejarse llevar por ellas. A veces, los padres responden directamente y enérgicamente a actitudes que, observadas desde la óptica de las etapas de inseguridad, tan solo son situaciones pasajeras a las que no se deberá dar una excesiva importancia y optar por un apoyo genérico.
* Una excesiva protección en la infancia puede crear personas susceptibles. La inseguridad que genera una excesiva protección puede generar una forma de comportamiento susceptible. Es conveniente educar con tiento para no caer en un proteccionismo exacerbado. Una persona que desde niño crece conociendo sus límites, virtudes y defectos, será un adulto sano psicológicamente.
* Cada uno de nosotros conversamos con los demás a través de nuestro propio ruido interno. Habitualmente hablamos ordenando nuestras propias luchas y conversaciones personales। Es decir, es posible que el susceptible oiga algo que crea que le atañe y que en realidad no es más que conversaciones internas de su interlocutor. Muchas veces, las personas conversan con nosotros respondiéndose a sí mismas, mientras nosotros creemos que con lo que nos dicen nos están aludiendo directamente. Aprender esta realidad en toda su extensión puede ser una gran liberación para el susceptible.
©2009 Josep Marc Laporta
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