Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· La convivencia

Convivir es una de las experiencias colectivas de mayor contraste en nuestra vivencia humana। Por un lado, aporta uno de los mayores elementos de la felicidad del ser humano; por otro, es una experiencia contradictoria por las divergencias o inestabilidades en la relación. Pero estudios e investigaciones han comprobado que la convivencia es uno de los factores más trascendentes, no sólo para el bienestar y la felicidad, sino para un saludable estado físico. Está comprobado que, cuando estamos solos, más predispuestos estamos a sufrir accidentes, enfermedades mentales, suicidio y una amplia lista de enfermedades.

El efecto terapéutico de la cohesión social sobre el individuo se ha confirmado en diversos estudios। Además de evaluar la importancia de factores de riesgo reconocidos como fumar, la falta de ejercicio y la obesidad para determinar posibles enfermedades o muerte prematura, también se ha estudiado la importancia de cuatro factores psicosociales como el estado civil, las redes de amistades o la vinculación a un grupo religioso o organizaciones comunitarias.

La pertenencia a un grupo, a una familia, a una asociación, o participar de un trabajo, un proyecto o ser parte de un colectivo aumenta exponencialmente nuestra satisfacción más íntima। No hay que olvidar que el ser humano tiene dos necesidades básicas: la de una relación íntima y estrecha con un tutor, padres o cónyuge, y la necesidad de ser y sentirse parte de una comunidad cercana e interesada por él. Somos esencialmente animales grupales y nuestro bienestar es mucho mayor cuando nos encontramos en un ambiente armónico, en estrecha comunión y vinculación.

Pero la convivencia también es una forma de vivir en la que podemos tomar actitudes positivas o negativas, que se gesta en los modelos de la infancia। Para una convivencia positiva contribuye el respeto, el amor y la tolerancia, aspectos que se forman en la infancia. El aprendizaje de la buena convivencia comienza tan temprano, que sin darnos cuenta cualquier elemento, por pequeño que parezca, fundamenta incluso las actitudes del resto de la vida.

Convivir es aprender a compaginar nuestro propio interés con el de nuestros prójimos। En nuestra vida no podemos prescindir del apoyo y de la compañía de otros, y al mismo tiempo debemos ceder para hacer de esta experiencia social un beneficio para ambas partes. La convivencia es saber ganar en grupo, cediendo nuestra parcela de bienestar para conseguir un espacio común de felicidad o entendimiento.

Una de las células básicas de la convivencia es la familia। En esta relación elemental es necesario amar y sentirse amado. No puede existir una buena convivencia sin poner en práctica los mecanismos del amor, que incluye entrega y dedicación. La convivencia necesita del amor, ya que es el aceite que engrasa las relaciones y las hace fructíferas.

Cómo convivir mejor

* Amar sin depender. Saber amar sin dependencias nocivas es una buena manera de convivir saludablemente. Muchas veces el amor tiende a ser tan posesivo que convierte la relación de familia o de pareja en un círculo cerrado donde se gestan dolores y traumas. El amor que da y no depende de recibir, si se da con generosidad por ambas partes, es la mejor base para hacer crecer una buena convivencia.
* No invadir el espacio vital. Cada ser humano necesita su espacio vital, su lugar íntimo donde ser él mismo, edificarse a través de la reflexión y construir su propia identidad. No invadir ese espacio vital es una de los secretos para una buena y saludable convivencia.
* Fomentar relaciones basadas en la amistad. No podemos hacer amigos en todos los lugares, pero sí que podemos construir una buena convivencia fomentando actitudes de amistad. Relacionarse sin generar sensaciones de amistad, no es convivir. La convivencia necesita de una cierta amistad, una actitud de complicidad.
* Vivir la experiencia familiar como base de aprendizaje de la convivencia. La familia es la unidad básica de la vida social o comunitaria. Sin ella no existiría sociedad. Es por ello que aprender a vivir en familia es saber convivir en sociedad. La mayoría de nuestras actitudes de convivencia se aprenden en el núcleo familiar, con lo que una cuidada formación en la niñez es la mejor manera de crear adultos sociables y tolerantes con las opiniones de los demás.
* Escuchar y ser comprensivos con los problemas y particularidades de los demás. Dos elementos básicos para una buena relación es saber escuchar y saber comprender. A veces se escucha, pero no se comprende; aunque muchas veces ni se escucha. Aprender a escuchar y dedicar un mínimo tiempo a entender las necesidades de los demás, ayudará a generar el espacio de la comprensión y la buena convivencia.
* Participar en las decisiones del grupo, respetando la opinión de los demás. La convivencia saludable participa, es activa, aporta ideas respetando las de los compañeros. Es una participación basada en el respeto mutuo.
* Respetar los derechos de los demás y rechazar discriminaciones. El respeto incluye la defensa de los derechos comunes, así como el rechazo de cualquier discriminación. Una buena convivencia es activa en los elementos básicos de los derechos humanos.
* Cumplir con nuestros deberes en comunidad. Cada uno de nosotros tenemos unos deberes y obligaciones cuando estamos en grupo. Si no los cumplimos puntualmente y prudentemente, la convivencia se hará bastante más difícil.
* Aprender a comunicarse. El medio básico de la autoafirmación es el diálogo. La convivencia social requiere aprender a dialogar. A través del diálogo es cuando aprendemos a expresarnos, a comprendernos, aclararnos, coincidir, discrepar y comprometernos.
* Interactuar. Convivir es interactuar; es decir, acercarse al otro, siguiendo las reglas del saludo y la cortesía. Interactuar también es saber estar en grupo, dando paso a la conversación, dando la tanda o el turno para que todos participen, desde nuestra peculiaridad.
* No agredir al congénere. A veces, acostumbramos a agredir verbalmente cuando no estamos de acuerdo con el parecer de los demás. Y lo hacemos con la finalidad de fortalecer nuestra propia opinión, de sentirnos alguien o para conseguir nuestros objetivos. Convivir es aprender a no agredir a nuestros interlocutores.
* Conocer lo que quiere cada uno. En grupos donde la convivencia es muy cercana, es necesario conocer mejor a las personas. Saber qué es lo que cada uno desea nos permitirá relacionarnos con mayor fluidez. Especialmente en círculos laborales en las que las relaciones son estrechas, conocer los objetivos de cada uno permitirá establecer una convivencia sana.
* Ausencia de miedo. Muchas relaciones humanas están enfermas porque uno de los individuos actúa sobre los demás con mecanismos de miedo, imponiendo el terror como forma de comunicación y relación. Aislar a este elemento o lograr que cambie su forma de actuar ayudará mucho para una buena convivencia. Es evidente que con un sentimiento impuesto de miedo es imposible desarrollar buenas relaciones.
* Una actitud positiva. Ser positivos no es sonreír a cada momento y decir a todo que sí. Ser positivos es buscar el bien común con un interés manifiesto en encontrar soluciones a cualquier situación, sea conflictiva o no. Una buena convivencia se forja en un espíritu de positividad bien entendido y bien gestionado por todos los miembros del grupo.
* Yo gano-tú ganas. Muchas veces la convivencia se hace realmente imposible porque gestionamos mal los intereses comunes। Habitualmente pensamos en ‘gano yo-pierdes tú’, y, con esta manera de pensar, la convivencia se vuelve enferma. Preferimos pasar por encima de alguien con la finalidad de ser nosotros los ganadores, cuando, en realidad, si pensáramos en el binomio ‘yo gano-tú ganas’, las cosas irían mejor. La convivencia mejora exponencialmente cuando todos ganamos. Y para ganar todos, muchas veces cada uno del grupo ha de perder algo. Es preferible disfrutar de la ganancia común a los egocentrismos individuales.
©2009 Josep Marc Laporta
Licencia de Creative Commons