Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· Los regalos en los niños

A los niños les gustan los regalos. No cabe la menor duda. Cualquier ocasión es buena para que los más pequeños de la casa puedan disfrutar de lo que se esconde dentro de un paquete bien envuelto y bien adornado. A diferencia de los adultos, los niños sienten más placer cuando reciben un regalo. Y esto es gracias, en parte, a la dopamina, uno de los principales neurotransmisores que regulan la gratificación en el cerebro. A más edad menos capacidad de sentir placer cuando se recibe un presente. Es por esta razón que los niños disfrutan tanto de la Navidad, del día de Reyes y de cualquier fecha señalada que signifique recibir regalos.

Es evidente que los niños no son persones adultas, y pese a que a veces son tratados con mucha ligereza, despreciando su capacidad cognitiva, son personas con muchas aptitudes y asimilaciones que nos pasan desapercibidas. Tratarlos como niños y ya está, como si fueran medias personas o como si no se dieran cuenta de la realidad, es despreciarlos. El mundo de los niños no es sólo fantasía y juegos, sino algo más: son personas completas que crecen con constantes influencias psicológicas y formativas implantadas por las actitudes de los adultos.

Nuestros hijos se forman con los parámetros que emergen de los adultos. Por ejemplo, si un padre, en un momento dado, le dice a su mujer: ‘¿Te has fijado qué coche se ha comprado mi jefe? ¡Qué jeta! ¡Ya me gustaría tenerlo!’; este comentario llegará al niño como un mensaje importante, con un trasfondo de connotación caprichosa. El concepto que retendrá será que el padre desea un coche, pero lo asociará a un sentimiento de deseo y envidia. Y muy probablemente el hijo imitará este modelo y, al mirar los anuncios de televisión, deseará juguetes y regalos básicamente influenciado por el deseo de tener y poseer.

Un informe encargado por Duracel revela que los niños reciben por Navidad unos ocho juguetes, con un presupuesto medio de 193 euros. La cantidad es superior a la media europea (140 euros). En realidad, en las pasadas Navidades, dos terceras partes de las familias españolas (el 68%) gastaron más de lo que inicialmente habían planificado.

Los regalos son como golosinas para los niños y, también, para los adultos, que se sienten impulsados a comprar todo lo que los hijos piden o desean, muchas veces motivados por una extraña obligación de deuda familiar o social. Es decir, condicionados por un sentimiento de culpa por no poder pasar el tiempo necesario con ellos o por no poder dedicar la atención que piden o se merecen. De esta manera, a menudo sucede que semana tras semana los niños reciben pequeños regalos como argumento de compensación: un atajo rápido y simple que los padres usan para decir ‘te quiero’.

Pero regalar a un niño es una de las maneras más apasionantes que disponemos para satisfacer su fantasía y provocarlos a la sorpresa, al conocimiento, al descubrimiento del mundo y al desarrollo de su carácter y personalidad. Por esta razón, regalar a un niño va más allá de satisfacer un deseo consumista, resolver rápidamente y por el camino más fácil un propio sentimiento de culpa u ofrecerle algo como puro pasatiempo. Es construir adecuadamente sus instintos de fantasía infantil para potenciar integralmente su conocimiento personal y social del mundo mediante el juego.

Ideas para hacer regalos adecuados y útiles

* Regalar no es sinónimo de comprar. Se acostumbra a confundir el hecho de regalar con el imperativo de comprar. Huir de este paradigma nos permitirá entrar en un nuevo concepto. Un regalo no siempre se compra, también se hace, se fabrica o se prepara con tiempo y dedicación. Esta actitud favorece la complicidad emocional y enriquece la relación con la persona que recibe el presente.
* No dejarse influenciar por la publicidad de juguetes infantiles. Especialmente, en las fechas de Navidad o Reyes, la publicidad por televisión o por catálogos invaden los hogares. Los niños acostumbran a desear aquello que imaginan en los anuncios o en las fotografías, no lo que realmente es. Por ello es aconsejable visitar tiendas de juguetes con los niños, a fin y efecto de que puedan contrastar aquello que han visto de manera virtual o por fotografía con lo que realmente es el juguete.
* No comprar aquello que nos haga ilusión a nosotros, sino lo que sea más adecuado para el crecimiento integral del niño. Los hijos no son nuestros clones, son personas independientes. Es fácil comprar aquel juguete que nos hubiera gustado tener en nuestra infancia o que nos apetecería tener ahora; pero no siempre el que a nosotros nos hace ilusión, a él necesariamente le gustará. Vale la pena comprar teniendo en cuenta estos tres aspectos:
1- que sea apropiado para el niño y su desarrollo integral (edad, interés, adaptabilidad, madurez, etc);
2- intuir que con el juguete escogido el niño tendrá un discurso relacional; es decir, que al jugar entretenido conversará con el juguete creando una relación verbal;
y 3- que al cabo de un tiempo continúe jugando con él y no se olvide de su presencia fácilmente.
* Educar en valores como la generosidad, la sinceridad y la comprensión. Priorizar estos valores en lugar de la estética o el materialismo permitirá conseguir que el objeto que escojamos llegue a ser más que un buen regalo. Todo juguete contiene valores; percibir qué valores le son innatos nos ayudará a escoger el regalo que sea más provechoso y efectivo de una manera integral.
* Buscar regalos para jugar junto a ellos, en grupo. La mayoría de los entretenimientos modernos son para jugar individualmente. Muchos de los juegos de ordenador o consolas han sido creados para entretenerse con cierta independencia y soledad. Pero hay otros que han sido diseñados para jugar en pareja o en grupo, ya sea con mando a distancia o juegos de mesa como el parchís, tres en raya, el dominó, cartas, etc. Con ellos se aprenden conductas de socialización en grupo y, entre otras cosas, a saber ganar, perder o negociar situaciones e intereses.
* Las películas son un buen regalo si se ven con los padres. Una película puede ser un regalo muy adecuado para un niño si los padres la visionan con ellos. Dejar al niño solo ante el televisor es una manera de desentenderse de su educación; al contrario, una película visionada conjuntamente facilita la comunicación, la conversación, las opiniones contrastadas y el conocimiento mutuo.
* Regalar tiempo es regalar comunicación, salud y vida. Un paseo por el campo, compartir una lectura, observar el firmamento, jugar con ellos, hacer una excursión con mochila y cantimplora o una visita a un museo juvenil, pueden ser regalos inolvidables, incluso más trascendentes que muchos regalos que se puedan comprar। Regalar nuestro tiempo, como parte o totalidad de un regalo, comunicará mucho más y permitirá una mejor complicidad emocional. Regalar tiempo siempre será una buena inversión que dará frutos atemporales. En realidad, lo que cuenta no es lo que se da, sino el amor con que se da. Como un valor muy íntimo, el amor no se puede comprar; del mismo modo, el tiempo no se puede comprar, se debe dar.
©2009 Josep Marc Laporta
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