Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· La retribución emocional

Vivimos en una sociedad donde los activos económicos y crematísticos parece que tenga más transcendencia y valor que el aprecio o el refuerzo afectivo. Vamos diariamente a trabajar, cumplimos con los objetivos propuestos y cobramos un dinero por ello, pero habitualmente no se recibe ninguna retribución emocional: un refuerzo inmaterial, afectivo y relacional.

Igual que a nuestro organismo no lo tratamos solamente con objetivos productivos, sino que cada día lo cuidamos con alimentos, líquido o un buen aire para respirar, como personas también necesitamos recibir un intercambio emocional que nos hará sentirnos queridos, valorados y reconocidos.

Muchas empresas y directivos sólo entienden la retribución como un salario mensual y, para ellos, es suficiente. Sin embargo, en una empresa u organización el capital más importante son las personas: seres humanos que no sólo necesitan percibir un dinero concreto por su trabajo, sino que también necesitan recibir algo más, como el afecto, el sentirse considerados, sentir que su función es importante en el grupo, que su opinión es aceptada, o que tiene un valor específico más allá de la fría productividad.

Especialmente en el puesto de trabajo, pero también en otros espacios sociales como en las relaciones de amistad, familiares o filiales, la retribución emocional es el constante intercambio de unos valores humanos esenciales sin los cuales sería imposible vivir y desarrollarse. Una persona come cada día emociones, ya sea en casa, en la calle o en el trabajo, y estas emociones son su gasolina vital.

Si, por ejemplo, en un grupo profesional se obviara el intercambio emocional y solamente se valorara a las personas por sus cualidades académicas, preparación técnica o capacidad de rendir de acuerdo a unas exigencias productivas, es seguro que el grupo permanecerá inestable y a medio plazo enfermará, y, lo que es peor, los individuos se sentirán desfallecer. Si un jefe, responsable de una organización o directivo piensa que pagando sólo con dinero ya satisface las necesidades de sus empleados, está tratando a sus subordinados como números y máquinas, ignorando que se es persona antes de ente productivo.

Pero aparte de los ámbitos profesionales, en otros círculos sociales también se dan situaciones de poca retribución emocional. Es posible que muchas veces hayamos oído a hombres quejarse de sus parejas diciendo: ‘¡es que no entiendo a mi mujer!, está molesta conmigo y no sé porqué; cada mes traigo el sueldo a casa y no le falta de nada de todo aquello que puede necesitar una mujer, y encima me dice que la quiera y que esté por ella’.

Esta expresión u otras de parecidas son la triste realidad en muchos hogares. Sobre todo en el ámbito más reducido e íntimo como el hogar o las amistades, los seres humanos necesitamos aquel aprecio que no depende de los objetivos y las metas sociales, sino del amor y cariño más desnudo.

Para resumir, la retribución emocional es todo aquello que implica al ser humano en su relación afectiva y emocional, que no depende de las condiciones mercantilistas y de intercambio material. La retribución emocional es el alma de todas las relaciones, sean cuales sean y se desarrollen donde se desarrollen.

Consideraciones para potenciar las retribuciones emocionales

* No es lo mismo liderar que dirigir. Muchos responsables de grupos se empeñan en dirigir personas; es decir, designar y determinar únicamente lo que un subordinado debe hacer: ‘yo quiero que tú hagas esto’. Pero liderar no es mandar, sino escuchar, motivar, acompañar... El liderazgo es un conjunto de actitudes donde las relaciones afectivas tienen un peso específico considerable.
* Tener en cuenta los anhelos de las personas, tanto crematísticos como no crematísticos. En la lucha por la dignidad laboral, los trabajadores no sólo luchan por una mejora de salario, sino por mejoras que incluyen otros asuntos nada monetarios. Son expectativas y anhelos como formación continuada, facilidades en los horarios laborales, ayudas para la conciliación entre familia y trabajo, etc. Cada vez más las empresas optan por ofrecer percepciones salariales que no solamente se pueden contabilizar como dinero: vales de comida, de guardería, descuentos para entidades deportivas, etc. Los anhelos vitales de las personas no pasan solamente por disponer de más ingresos económicos, sino por sentirse, cada vez más, integralmente tratadas como personas.
* Ante la duda, siempre priorizar las personas. El ser humano es más importante que cualquier meta productiva. Pese a que las exigencias laborales sean muy elevadas y el ritmo de trabajo sea muy alto, la gasolina con la que las personas funcionamos es el intercambio emocional, el lugar donde nos sentimos apreciados, valorados, queridos, considerados y motivados. Ante la duda, siempre priorizar las personas.
* Incorporar la comunicación afectiva como esencia de las relaciones. Las relaciones humanas no se fundamentan en el ámbito de las cosas ni es un intercambio de palabras e intereses sociales. Las relaciones es la comunicación de los afectos, donde la consideración es el primer paso para ejercer una valoración íntegra de la persona. Considerar a la persona es tener en cuenta su globalidad, no desmenuzarla en pedazos de acuerdo a un escueto interés de intercambio social o profesional.
* Construir puentes con las palabras y el tono de la conversación. Una actitud firme y decidida para establecer y lograr objetivos también firmes, no excluye la consideración integral de la persona. Las palabras son el medio de expresión más importante en las relaciones humanas. La calidad y calidez de las palabras ayudan a crear un espacio agradable en una comunicación amable y fluida.
* Aprender a ver a las necesidades globales de las personas. Cada ser humano tiene unas necesidades íntimas y vitales que no dependen del intercambio monetario; son las necesidades globales e integrales। Observarlas, interesarse y reaccionar convenientemente permitirá que las relaciones se fortalezcan y crezca una afectividad que potenciará todas las áreas comunes.
©2009 Josep Marc Laporta
Licencia de Creative Commons