Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· El comportamiento de masas

El individuo necesita del grupo porque le proporciona seguridad. Es una comunicación circular que le permite sentirse parte de algo. El sentido de pertenencia es un elemento vital para el ser humano; sin ello, el hombre y la mujer carecerían de apoyos y de ciertas perspectivas que sólo pueden darse en la relación con el grupo. Por otro lado, resulta más sencilla la supervivencia en el grupo. Sin lugar a dudas, es más fácil vivir integrado que disgregado, pero es un axioma que al multiplicarse el conjunto de individuos se reproducen tanto las virtudes y beneficios como las dificultades y contrariedades.

Por lo general la masa tiene un comportamiento primitivo, predecible y sencillo. Busca la seguridad a través de un comportamiento conjunto, siguiendo a una masa que le proporcione lo que en soledad no recibiría. La masa es como un banco de peces, todos se mueven en una dirección, siguiendo al líder o a un supuesto líder. Pero de repente, giran a una velocidad asombrosa. Y, cómo no, el último de la cola también vira, da la vuelta. Y ¿por qué? Sólo porque todos giraron y porque se supone que si todos lo hicieron es porque estará bien, será lo correcto, lo más adecuado, y, además, porque posiblemente un líder lo habrá decidido, ya sea un individuo o una organización (empresa o multinacional). En muchas ocasiones, la afirmación del último pez, que no ve al líder, pero que es impulsado por la masa a cambiar de dirección es la siguiente: ‘si todos lo hacen será porque estará bien’.

En realidad, la masa, el grupo amplio, está dominado por las emociones. Habitualmente no piensa ni reflexiona, en cualquier caso toma decisiones conforme a lo que siente, a los impulsos íntimos e intuitivos. Básicamente no piensa; y si lo hace queda absorbido por el influjo del grupo. Es así como líderes de opinión, líderes religiosos o líderes empresariales mueven los hilos de la gran masa, porque la dirección grupal mengua la disposición de reflexión. Y si es en la concentración masiva de un acto público (deportivo, social o político), los vítores, las proclamas y los eslóganes animosos contagiarán al grupo afectando uno a uno como un castillo de naipes que cae en una mente única.

Los seres humanos estamos diseñados para imitar comportamientos. Esta es una característica que nos ha permitido sobrevivir durante miles de años. A través de este tiempo el cerebro se ha programado para favorecer la imitación del comportamiento de la masa. El asunto es tan transcendente que estudios neurológicos han descubierto que el cerebro libera mayor carga de dopamina cuando piensa igual que un grupo, que cuando piensa distinto. Es como si nos premiara al comportarnos igual que el resto. Pero es conveniente saber ser individuo dentro de la masa y adquirir capacidad de reflexión y pensamiento pese a pertenecer al grupo.

Propuestas para pensar individualmente en la masa

* Antes de ser partícipe de un grupo, reflexionar sobre la motivación y el propósito. Habitualmente, la masa ejerce su presión incluso en la previa de su acción conjunta. Es decir, la predisposición del individuo que se prepara para asistir, por ejemplo, a un acto político, nace antes de salir de casa, no solamente en el mismo momento de la actividad. Por lo tanto, es saludable detener el tiempo previamente y observar cuáles son las motivaciones y el propósito de nuestra participación en la masa.
* Permitir la influencia de la masa sólo en los aspectos más superficiales del pensamiento, actitudes o actividad. Dejar que el grupo y su influencia afecten solamente a los elementos más lúdicos de nuestra relación con él, resguardando o poniendo a salvo los conceptos básicos y vitales con una valoración ponderada. Por ejemplo, en un concierto de rock, disfrutar del ambiente, de la música del baile o del espectáculo, pero no permitiendo que el consumo de alcohol o estupefacientes afecten nuestra integridad, tanto física como psicológica. Los elementos persuasivos de la masa pueden hacernos perder el control de la racionalidad más cabal, esa que disponemos en el espacio de la reflexión individual o en un círculo más reducido.
* Sentido de pertenencia no significa reverenciar al grupo al que nos asociamos. Sin duda, todo ser humano necesita vivir vinculado a un grupo, a una familia, a una nación o a un ente que le represente y le proporcione seguridad y correspondencia social. No obstante, el necesario sentido de pertenencia no implica que el grupo o ente al cual nos vinculamos deba ser reverenciado por encima de nuestra opinión o valoración. Sentir el deseo de asociación y pertenencia es lícito hasta la frontera donde el grupo o la masa nos obliguen a reverenciarla o a dejar parte de nuestra autonomía y capacidad de elección.
* La objetividad y la subjetividad no son propiedad ni de la masa ni del individuo. A menudo se relaciona la objetividad con la masa y la subjetividad con el individuo, y se otorga al grupo el poder de la objetividad en detrimento de la subjetividad individual। Ésta es una confusión de fondo por la cual se nos hace creer que en el grupo o en la masa está la verdad. Pero tanto la subjetividad como la objetividad pueden ser totalmente intercambiables; ni un individuo es totalmente subjetivo, ni una masa tiene el poder de la objetividad. Cualquier supuesta verdad, es un ejercicio de reflexión propia con la participación de elementos externos, como el grupo, la masa y toda información idónea al tema o asunto.
©2009 Josep Marc Laporta

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