
La característica más esencial consiste en que la persona sufre episodios de comidas fuertes y copiosas, a veces con menos de dos horas entre ellas, seguidas de un gran sentimiento de culpabilidad y sensación de pérdida de control। Se suele codear con episodios de ayuno o de muy poca ingesta de alimentos, pero al poco tiempo vuelven a sufrir episodios de ingesta compulsiva.
Esta es una enfermedad que se da más en las mujeres que en los hombres, y que normalmente afecta en las etapas de la adolescencia। Las personas que sufren la bulimia poseen una baja autoestima y se sienten culpables por la ingesta de demasiada comida. Habitualmente suelen provocarse vómitos, ingieren laxantes y hacen ayunos para no engordar, pero lo que consiguen provocan es todo el contrario: oscilaciones bruscas del peso corporal, produciendo a la larga o a la corta un aumento de peso incontrolable. Habitualmente, el comportamiento bulímico se observa en los enfermos de anorexia nerviosa o en personas que siguen dietas exageradas, pero la bulimia no produce pérdidas de peso exagerado.
Perfil y síntomas que pueden determinar la aparición de la enfermedad
* Seguimiento o interés de dietas para mejorar el aspecto físico.
* El deseo de comer alimentos dulces y ricos en grasas.
* Los sentimientos de ira, cansancio, soledad o aburrimiento provocan la aparición compulsiva de alimentos, sintiendo seguidamente una gran culpa e intentando eliminar la comida ingerida mediante vómitos provocados o la ingesta de laxantes.
* Ansiedad o compulsión por comida.
* Seguimiento de dietas restrictivas.
* Deshidratación.
* Alteraciones menstruales.
* Subidas y bajadas de peso bruscos.
* Aumento de las caries dentales.
Cómo actuar en caso de bulimia
* Una buena prevención. La mejor prevención es enseñar y motivar a hábitos alimentarios saludables y a tener una actitud realista hacia la comida y la imagen del cuerpo. No obligar a comer como recurso para educar lo que significa una buena alimentación.
* Detectar a tiempo. La mejor manera de prever las consecuencias imprevisibles de la enfermedad es detectar a tiempo cualquier situación anómala, como extraños hábitos en la alimentación, actitudes compulsivas, poca capacitación al expresar sentimientos, ansiedad vital, etc.
* Apoyar al enfermo de manera que no se sienta juzgado. El espaldarazo de la familia es muy importante, especialmente al comprender que el desorden alimentario no es la base del problema, sino que la esencia es un desajuste psicológico que proviene de varias fuentes internas y externas de insatisfacción personal.
* Amar plenamente. Mostrar amor al enfermo es vital para hacerlo sentir importante y querido. El amor puede potenciar muchas sensibilidades que han quedado desconocidas y que son básicas para recuperar la autoestima, una buena relación con los alimentos y la correcta visión de su cuerpo.
* Ayudar al enfermo a que encuentre sus propios ideales. El ideal de estar delgado o con una figura perfecta es un ideal erróneo. El carácter perfeccionista del bulímico le hace sentirse a disgusto consigo mismo y le impulsa a un ideal de perfección completamente equivocado. Ayudarlo a encontrar ideales saludables será importante para recuperarlo integralmente.
* No comparar al enfermo con otra persona. Las comparaciones son odiosas, pero en el caso de un enfermo cualquier comparación puede ser muy contraproducente psicológicamente. A veces se intenta hacer una comparativa para animar a la superación y conseguir una competitividad positiva, pero, contrariamente, lo que se hace es aislarlo en su propia incapacidad de reacción.
* Dirigir al enfermo a un especialista de patologías alimentarías o a un psicólogo. El tratamiento, con frecuencia, involucra las siguientes estrategias: psicoterapia, medicación, orientación nutricional, terapia de grupo y o/de familia, y, en algunos casos, hospitalización.
* No tener miedo a que el enfermo esté separado de la familia por prescripción médica। Si el médico o especialista recomienda que el enfermo necesita estar en otro ambiente o grupo de ayuda (aparte, evidentemente, de un ingreso hospitalario), facilitarlo sin estorbos। Muchas veces, ciertas acciones y actitudes familiares hacia la comida pueden estar demasiado viciadas; por esto, salir del núcleo familiar puede ser muy beneficioso en el nuevo aprendizaje alimentario y psicológico hacia la comida y su propia realidad psicosocial.
©2008 Josep Marc Laporta
