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Pese a que hay muchos factores socioculturales que pueden desencadenar la anorexia, es probable que una parte de la población tenga una mayor predisposición física y psíquica a sufrir este trastorno, independientemente de la presión que pueda ejercer el en torno। Existen algunos factores generales desencadenantes de la enfermedad o cierta vulnerabilidad biológica que puede precipitar su desarrollo. Pero, en realidad, la enfermedad se asocia con alteraciones psicológicas graves que provocan cambios de comportamiento, de la conducta emocional, con una constante estigmatización del cuerpo.
Es evidente que la causa exacta de la anorexia no es completamente conocida, pero las investigaciones sugieren que hay una combinación de ciertos perfiles de la personalidad, patrones emocionales y de pensamientos que provienen de relaciones familiares y maternas, así como factores biológicos y ambientales। Además, la presión publicitaria de modelos delgadas y esculturales, contribuyen a que el prototipo de belleza esté desfigurado.
La edad más común para sufrir la enfermedad es a partir de los 12 años, pero la población más afectada es la que oscila entre 14 y 18 años। En un 95% de los casos la anorexia afecta a mujeres jóvenes, pero en los últimos años se ha producido un insistente aumento en hombres, mujeres adultas y niños. Es más frecuente en las clases medias y medias-altas, y existen colectivos más propensos a sufrir estos trastornos como las gimnastas, las modelos o las bailarinas.
Algunos factores generales que contribuyen a desarrollar la enfermedad son la propia obesidad del enfermo, la obesidad materna, actitudes demasiadas controladoras de la madre, muerte o enfermedad permanente de un ser querido, separación de los padres, fracasos escolares, accidentes o sucesos traumáticos.
Síntomas que pueden determinar la aparición de la enfermedad
* Rechazo a mantener el peso corporal por encima del mínimo adecuado para la edad y la talla del enfermo. Adopción de dietas y un deseo irrefrenable de estar delgado o delgada.
* Miedo al aumento de peso o a la obesidad, incluso cuando el peso se encuentra por debajo de lo que seria aconsejable. Obsesión por la balanza.
* Una percepción distorsionada del cuerpo, su peso y sus proporciones.
* Ausencia de tres ciclos menstruales consecutivos en las mujeres.
* Preocupación excesiva por la composición calórica de los alimentos y por la preparación de los alimentos.
* Obsesión por la imagen, la báscula y el deporte, con la utilización de trampas y mentiras para evitar la comida.
* En el ámbito psicológico, irritabilidad, depresión, trastornos emocionales o de la personalidad.
* En el ámbito clínico, anemia, arritmia, vómitos, amenorrea, baja presión arterial y del ritmo cardíaco, disminución de la masa ósea, disminución de la motilidad intestinal, estreñimiento crónico, sensación constante de frío, dolores abdominales, coloración amarilla en las palmas de las manos y en los pies, pérdida de cabello, uñas rotas y problemas con la dentadura.
Cómo actuar en caso de anorexia
* Una buena prevención. La mejor prevención es enseñar y motivar a hábitos alimentarios saludables y a tener una actitud realista respecto a la comida y la imagen del cuerpo. No obligar a comer como recurso para educar lo que es una buena alimentación.
* Detectar a tiempo. La mejor manera de prever consecuencias imprevisibles de la enfermedad es detectar a tiempo cualquier situación anómala, como extraños hábitos en la alimentación, actitudes compulsivas, rápida pérdida de peso en pocas semanas, depresión, ansiedad o irritabilidad, utilizar ropa ancha para disimular falta de peso, etc.
* Apoyar al enfermo de manera que no se sienta juzgado. El apoyo de la familia es muy importante, especialmente al comprender que el desorden alimentario no es la base del problema, sino que la esencia es un desajuste psicológico, para lo cual se deberá tratar como lo que es.
* Amar plenamente. Amar con mucha dedicación y afecto al enfermo es vital para que se sienta importante y querido. El amor desprendido puede potenciar muchas sensibilidades que han quedado desconocidas y que son básicas para recuperar la autoestima.
* Guiar al enfermo a un especialista de patologías alimentarías o un psicólogo. El tratamiento, con frecuencia, involucra las siguientes estrategias: psicoterapia, medicación, orientación de nutrición, terapia de grupo y o/de familia, y, en ciertos casos, hospitalización, especialmente cuando hay casos de pérdida severa de peso con desnutrición y serias complicaciones de salud mental y física.
* No tener temor a que el enfermo esté separado de la familia por prescripción médica. Si el médico o especialista recomienda que el enfermo necesita estar en otro ambiente o grupo de ayuda (aparte, evidentemente, de un ingreso hospitalario), no entorpecerlo। Muchas veces, ciertas acciones y actitudes de la familia respecto a la comida pueden estar excesivamente viciadas; por esta razón, salir del núcleo familiar puede ser muy beneficioso para un nuevo aprendizaje psicológico y alimentario.
©2008 Josep Marc Laporta
