Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· Las nuevas adicciones

Es un axioma: la presencia de una adicción acostumbra a delatar que existe una carencia. A veces no se puede llegar a saber a ciencia cierta cuál es la carencia, pero existe y muestra que hay un problema de fondo no resuelto. Aunque no es sencillo relacionar causa y efecto o carencia y adicción, sí que se puede determinar que la presencia de una adicción esconde una insuficiencia, básicamente de carácter psicológico. Es muy probable que las personas inseguras, inmaduras, incapaces de resolver problemas, inestables emocionalmente o con tendencia a buscar el placer de forma inmediata, sean las más proclives a caer en la dependencia y la adicción.

A las antiguas adicciones, como la drogodependencia, el alcoholismo, la ludopatía o el tabaquismo, a día de hoy hay que añadir otras como la adicción a los videojuegos, a la informática, al chat, al teléfono, al correo electrónico, al sexo, al teléfono erótico, a la conquista, al trabajo, a la limpieza, a la buena apariencia o a las compras desmesuradas. Son las nuevas adicciones-consuelo, que mitigan y disimulan carencias escondidas y que fomentan comportamientos regulares que coartan la libertad de decidir.

Una de las adicciones más habituales es la dependencia de Internet o la compulsión por Internet. En realidad, tanto el ordenador como Internet reúnen en sí mismos muchas facetas que hace años estaban muy dispersas. Antes teníamos una gran biblioteca para consultar enciclopedias o diccionarios; ahora, en un solo clic, en una sola pantalla y sin salir de casa se puede consultar mucho más de lo imaginable. Antes, bajábamos al buzón de casa una vez al día para recoger el correo; ahora, la llegada de mensajes es instantánea y podemos tener correo a cada momento. Antes, conversábamos con amigos cara a cara o por medio de cartas; ahora, podemos hablar cuando queramos, a la hora que queramos con una persona o varias a la vez, teniendo contacto por medio de diferentes programas informáticos. Antes, escribíamos a mano o con la ayuda de una máquina de escribir; ahora, disponemos de ordenadores que nos permiten agilizar cualquier trabajo, corrigiendo, rectificando, clasificando, archivando, etc.

La adicción a los ordenadores y a Internet proviene, en gran parte, de su inmensa capacidad de sintetizar y centralizar nuestra vida real en un medio virtual. Todo lo que antes teníamos distribuido en un radio de cincuenta metros, ahora lo tenemos a mano de un solo ratón o teclado. Las múltiples posibilidades lúdicas, profesionales y sociales que ofrece el ordenador e Internet, facilita la dependencia. En cierta manera hemos endiosado el gran ingenioso invento de nuestro siglo, otorgándole una reverencial sumisión y obediencia. Muchas personas afirman que no podrían vivir sin un ordenador con conexión en sus vidas. Algunas, como es el caso del 41% de los norteamericanos, al levantarse por la mañana necesitan urgentemente abrir el correo electrónico. Es una sumisión psicológica impulsada por un exacerbado deseo de recibir noticias frescas y novedosas, trascendentes o no, cuanto antes mejor.

Existen dos dependencias: la primera es de conducta socializada; la segunda, de carácter psicológico. La de conducta socializada es innata a la importancia que tiene la tecnología en nuestra sociedad. Nuestras vidas giran alrededor de la técnica, de la informática, por lo tanto es lógico que exista una dependencia estructural. La dependencia de carácter psicológica va más allá del mencionado concepto estructural. Es adictiva por cuanto se focalizan los deseos primarios de satisfacción y realización personal en el ordenador e Internet, favoreciendo una constante y persistente evasión de la realidad. Es una adicción placentera y de consuelo psicológico que, en muchos casos, controla totalmente los impulsos más naturales de felicidad.

Otras nuevas dependencias emergen como envites de ocupación ansiosa. Es el caso de la compra incontrolada o a la limpieza desmedida. Respecto a las compras incontroladas o el consumismo desenfrenado, el factor ansiedad es clave para entender el proceso de la adicción. Se compra no para llenar la despensa o el armario de cosas útiles y necesarias, sino para llenar el vacío interno y la ansiedad vital. En el caso de la limpieza desmedida, también aparece la ansiedad como un síntoma de descontrol. Las personas que luchan constantemente por tener la casa pulcra y radiante, muchas veces tienen serias carencias afectivas. Por otro lado, también vinculan su limpieza personal con la del hogar, haciendo una conjunción de intereses y de personalidad que les lleva a confundir dónde empieza y acaba cada una de ellas.

La conquista afectiva y/o amorosa es otra de las adicciones que ha irrumpido con fuerza en los últimos años. La llegada de las relaciones líquidas, gracias a un ritmo de vida rápida y fugaz, de cadencia trepidante y satisfacciones momentáneas, y también a la facilidad legal de ruptura matrimonial o de pareja, ha generado deseos primarios de conquista repetitiva. El adictivo a la conquista no queda nunca satisfecho con una relación estable y permanente, por lo que necesita volver a tener las sensaciones de flirteo, coqueteo, cortejo, acercamiento, aventura o ligue, para seguir disponiendo de emociones primarias y agradables que le den un sentido de validez y aceptación. Este comportamiento se convierte en adicción cuando el sujeto necesita constantemente volver al punto de partida y retornar a al círculo vicioso del hedonismo contemporáneo: sentir para ser, no ser para sentir.

La adicción al trabajo, como sustitución de las relaciones más convencionales, estables y diversificadas, también tiene mucha influencia en hombres y mujeres de hoy en día. La tendencia a aficionarse desmedidamente al trabajo viene dada por una necesidad de ser aceptado y considerado, y ya que un cierto éxito en el mundo profesional en el que se conjuga esfuerzo y retribución económica lo puede aportar, es fácil que una persona se embauque en algo tan honorable como el trabajo para lograr sus objetivos. En principio, la obsesión por el trabajo es una adicción que puede llevar al descontrol en las demás áreas de la vida: la social, la familiar, la personal y la psicológica. Al final, todos los demás aspectos que no sean el trabajo y su realización, quedarán tan aislados que se convertirán en enemigos y competidores. Esta situación puede desequilibrar todas las relaciones sociales, como la percepción psicológica de la realidad.

Identificando las adicciones en sus inicios

* Los tres ejes de la adicción: biológico, psicológico y ambiental. En el biológico, las personas propensas a la adicción tienen un sustrato determinado, relacionado con unas sustancias que se denominan biógenas y los neurotransmisores. En general, estas sustancias hacen pivotar la estimulación sobre determinados comportamientos externos. La estimulación, a diferencia de la motivación, es menos racional. El segundo eje, el psicológico, en el cual diferentes tipos de personalidad favorecerían estas dependencias en función de las experiencias vividas, de la propia biografía y de los propios valores. En tercer lugar, hay unos elementos sociales, en función del contexto, de la cultura y del ambiente familiar, que también contribuyen a crear este mundo adictivo.
* La dependencia a un aspecto de la vida en detrimento de los otros construye personas inestables. La vida es un sinfín de cosas, sucesos y cuestiones que nos llenan integralmente. Cuando nos recluimos en un solo elemento, nos quedamos aislados de las otras realidades y también nos quedamos fuera de un mundo mucho más amplio y satisfactorio para nuestra realización personal.
* Una adicción implica una carencia. No es una regla de tres, pero como una guía propia para la prevención es útil pensar en este parámetro. Una personalidad sin acabar de construir será más proclive a cualquier adicción. Como ejemplo, podemos observar a los jóvenes que empiezan a fumar exclusivamente porque los compañeros lo hacen, como un comportamiento social aprendido e impuesto. En realidad, el carácter no está totalmente formado, por lo que las influencias externas arribarán con más presión, sin rechazo ni capacidad de anulación.
* Cualquier adicción conlleva comportamientos compulsivos. Una manera de identificar si tenemos una dependencia a algo es observar si nuestro comportamiento posee aspectos de compulsión y apremio obligante. Habitualmente, la adicción se muestra con ramalazos que controlan la libre capacidad de decidir. Si tuviéramos un comportamiento así, es aconsejable optar por la ayuda de un profesional o de alguien cercano que nos pueda ayudar.
* Advertir la dependencia en sus inicios. Si tenemos en cuenta que los comportamientos compulsivos son una señal evidente de adicción, el advertir a tiempo la posible dependencia nos facilitará la prevención, escapando de su posterior control. Para identificar si estamos siendo afectados por una adicción iniciática será necesario releer la lista de las antiguas y nuevas dependencias, para conocer si alguna de ellas nos está empezando a controlar.
* El comportamiento adictivo puede ser innato en ciertas personalidades, aunque en todos los casos hay salida y éxito. Pese a que por causas psicológicas, biológicas o ambientales, algunas personas tengan más tendencia a caer en dependencias nocivas, sí que podemos afirmar que esta razón no es un inconveniente para una correcta superación.
* Una adicción puede estar motivada por una baja autoestima, soledad, estrés, vacío existencial, depresión, etc. Si miramos exclusivamente que tenemos una adicción y no que detrás de ella yacen unas motivaciones escondidas, sólo veremos una cara de la realidad. Si al percibir que tenemos una adicción, somos capaces de ver o empezar a identificar cuál es la causa que se esconde, empezaremos a tener conciencia del alcance real de la dependencia y empezaremos a obtener los recursos básicos para empezar a salir de ella.
* Reconocer que, en algunas adicciones, el proceso de anonimato, conveniencia y escape son prácticamente la causa de la dependencia. Muchas veces las adicciones quedan escondidas tras el anonimato, por lo que se pueden identificar fácilmente si en sus inicios ésta se realiza medio a escondidas. La conveniencia es otro de los procesos que permite identificar la dependencia. Cuando hay conveniencia y ésta no es justificable, es entonces cuando podemos asegurar que ha nacido una adicción. El escapismo de la realidad es otra de las pruebas que permitirá reconocer que estamos en un proceso adictivo. Cuando notamos que haciendo tal o cual cosa, sentimos como si escapáramos de la realidad, es cuando podemos intuir que nos puede perseguir una adicción.
* Para todas las dependencias hay profesionales que podrán ayudarnos convenientemente. Cada adicción es diferente y su tratamiento será distinto, pero para todas podremos contar con la ayuda profesional para superarlas, encontrando en cada una la carencia psicológica que incide más directamente.

©2010 Josep Marc Laporta

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