Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· El estrés

El estrés (del inglés, ‘stress’), ‘fatiga’, es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada.

El estrés es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia, que se acostumbra a confundir con una patología. Cuando se da en exceso se produce una descarga de tensión que se ve reflejada en el organismo y en la aparición de enfermedades, anomalías y anormalidades patológicas que impiden el desarrollo normal y el buen funcionamiento del cuerpo humano.

Sin lugar a dudas, el estrés es un tema de gran actualidad. Nuestra sociedad, rápida y veloz, nos obliga a ir excesivamente acelerados y alterados, por lo cual el estrés se convierte en la respuesta de nuestro organismo. Muchos datos médicos y científicos revelan que el estrés afecta determinantemente en la vida diaria, como, por ejemplo, que el 80% de las personas con algún familiar a su cargo lo sufren; o que un bebé tiene en la actualidad 50 veces más probabilidades de sufrir estrés que hace tan sólo 15 años; o que el estrés que provoca una separación, acarrea cambios en el sistema inmunológico que influyen en el cáncer.

El efecto que tiene la respuesta del estrés en nuestro organismo es profundo, sobre todo si tenemos en cuenta que el mecanismo puntual del estrés está diseñado para aumentar las probabilidades de supervivencia frente a una amenaza a corto plazo, mientras que en un largo plazo puede provocar situaciones graves: predominio del sistema nervioso simpático acarreando taquicardias, ralentización de la motilidad intestinal, etc, aumento en sangre de la cantidad circulante de glucosa, factores de coagulación, aminoácidos libres y factores inmunológicos, etc.

A medio plazo, este estado de alerta sostenido (el estrés) desgasta las reservas del organismo y puede producir diversas patologías como trombosis, ansiedad, depresión, inmunodeficiencia, dolores musculares, insomnio, trastornos de atención, diabetes, etc. Debido a que el estrés se genera en la cabeza, ya que el cerebro es el responsable de reconocer y responder de distintas formas a los estresores, cada vez son más numerosos los estudios que corroboran el papel que juega el estrés en el aprendizaje, la memoria y la toma de decisiones. Por lo tanto, es conveniente atender a la importancia de un estrés descontrolado en nuestras vidas, con sus consecuencias.

Existen diferentes condicionantes que pueden desencadenar el estrés de manera persistente y sostenida. Los llamados estresores o factores estresantes son las situaciones desencadenantes del estrés y pueden ser cualquier estímulo, ya sea externo, tanto físico, químico, acústico, somático o sociocultural. Algunos de los principales tipos de estresores son los siguientes:
1- Situaciones que fuerzan a procesar información rápidamente (tensión en el estudio o excesivo trabajo, etc.)
2- Estímulos ambientales dañinos (de trabajo, de estudio, familiares, amistades, etc).
3- Percepciones de amenaza (presión en el trabajo, situaciones inesperadas, miedo al presente o futuro, etc.)
4- Alteración de las funciones fisiológicas (enfermedades, adicciones, etc.)
5- Aislamiento o confinamiento (raptos, secuestros, manipulaciones psicológicas, maltratos físicos o psicológicos, violencia doméstica, etc.)
6- Bloqueos de los intereses personales (fracasos personales, situaciones de riesgo y derrota, etc.)
7- La presión grupal o social (excesivas tensiones ambientales justificadas o no justificadas)
8- La frustración (dolores y situaciones no resueltas del pasado, inseguridades personales, etc.)

Habitualmente, el estrés se comporta en tres estados de adaptación:
1- Alarma de reacción; es decir, cuando el cuerpo detecta el estímulo externo o interno
2- Adaptación; cuando el cuerpo toma las contramedidas defensivas hacia el agresor
3- Agotamiento; cuando comienzan a agotarse las defensas del cuerpo

Este proceso de adaptación implica que la mente y el cuerpo se resienten hasta el punto de tomar dos caminos: la lucha o la huida. En el caso de la lucha, el cuerpo trabaja en un nivel de exigencia muy alto, provocando que todo se ponga en guardia: el sistema nervioso se despierta, las hormonas se liberan para activar los sentidos, se acelera el pulso y la respiración, y se tensan los músculos. En el caso de la huida, los procesos se convierten en crónicos y en muchos casos el descontrol motor del cuerpo desajusta las constantes vitales, provocando situaciones de gravedad e incluso podría llevar a la muerte.

Cómo combatir el estrés

* Reducir las actividades que puedan estresar. Por su condicionamiento, algunas actividades pueden provocar más estrés que otras. Identificarlas convenientemente puede ayudar a reducir su incidencia. En algunas personas, trabajar en un entorno de presión y constante premura puede provocar estrés; mientras que, en otras personas, una larga enfermedad de un ser querido puede provocar tensión y agobio existencial. Es así como cada persona deberá reconocer aquello que puede o pudiera llevarle al estrés, teniendo en cuenta que su descubrimiento no es sencillo y rápido, pero que se puede observar cuando aparece.
* Reducir el ritmo de vida. Muchas personas viven instaladas en el estrés por llevar un ritmo frenético. Excesivas actividades, tener una agenda muy repleta, no tener tiempo para uno mismo o simplemente ‘ir de cabeza’ todo el día, son situaciones que pueden llevarnos al estrés crónico. Reducir elementos en el día a día ayudará a que el estrés no nos domine.
* Una vida ordenada y de frecuencias regulares. El desorden, la precipitación y una forma de vivir desajustada y alterada puede provocar estrés. Ordenar los horarios, las comidas y el sueño, equilibrando todo ello con el ejercicio físico, permitirá encontrar la pausa para no dejarse llevar por un súbito estrés. Las frecuencia regular de las actividades diarias, ya sean laborales o lúdicas, ayudará a crear el espacio para una salud equilibrada.
* Hablar de manera saludable y expresarse. La conversación tranquila, relajada y constructiva permite explayar nuestra parte psicosomática, regulando nuestra mente y descargando nuestras ansiedades. La relación interpersonal, con la expresión de nuestros sentimientos, es una de las maneras más saludables para la regulación psicológica y sensorial.
* Aprender a respirar con el diafragma y de manera sosegada. Una respiración tranquila y profunda nos permitirá encontrar nuestro equilibrio personal; mientras que una respiración superficial y alterada provoca la precipitación y a la tensión persistente. Respirar con el diafragma consiste en utilizar este músculo abdominal regularmente para provocar un estado de mayor ventilación, sosiego o relax.
*Aprender técnicas de relajación. Hacer ejercicios de respiración profunda, de visualización, meditación o algún tipo de yoga puede ayudar a reducir el estrés.
* Establecer prioridades y no intentar resolver todo a la vez. Muchas veces, cuando el estrés se implanta en nuestras mentes y organismo es cuando optamos por atajar muchos frentes a la vez y no establecer prioridades. Ser menos exigente con uno mismo y más condescendiente con las situaciones, ayudará a prevenirnos del estrés. También es muy útil saber decir ‘no’. Decir ‘no’ es ordenar nuestras prioridades de vida y prevenir la sobrecarga psíquica.
* Resolver problemas o preverlos. No siempre se pueden resolver todos los problemas, ni tan siquiera preverlos, pero sí que existen muchos que se pueden prevenir convenientemente। Muchas veces nosotros mismos somos las víctimas estresadas de nuestros propios errores y de la poca previsión hacia ellos। Un adagio afirma que ‘los problemas vienen solos y tienen patas’, así que muchas veces no podremos anticiparnos a su llegada; pero de los que sí tenemos la impresión que podemos preverlos, lo mejor es resolverlos con anticipación y diligencia। Sin duda nos librará de sensaciones de estrés innecesarias।
* Desconexión tecnológica. Llegar al hogar y no encender los aparatos electrónicos por espacio aproximado de una hora o dos, es una manera de reducir el estrés por incidencia tecnológica. Estar pendiente y dependientes de la radio, televisión, internet, móvil, etc., provoca una tensión añadida al ya frenético ritmo diario. Desconectar de las tecnologías que nos controlan y determinan nuestras reacciones psicológicas y sociales, nos permitirá una descarga de la tensión y ansiedad acumulada a lo largo del día.
*Tener contacto con un animal de compañía. Masajear, tocar o relacionarse con una mascota permitirá relajar los músculos y disminuir el ritmo cardíaco, lo que nos llevará a unas sensaciones placenteras, óptimas para rebajar la sensación de estrés y ansiedad.
* Mascar chicle o cortar hojas de papel con las manos. Estudios realizados indican que mascar chicle en momentos de presión disminuye el estrés a niveles cinco veces menores de los que se perciben en condiciones normales y que además mejora la memoria a corto plazo। Cortar tiras de papel con las manos, también ayuda notablemente a la relajación y sosiego mental y físico।
* Buscar asesoramiento o consejo, ya sea de un familiar o amigo, como de un profesional. Ante una situación de estrés, el mejor aliado es el consejo o apoyo de alguien cercano y familiar। En el caso de ser un estrés más continuado, solicitar la atención de un profesional.
©2010 Josep Marc Laporta
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