Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· La perseverancia

La diferencia entre el terco y el perseverante radica en el proceso. Mientras el terco se empeña en su manera de hacer las cosas, obcecándose en sí mismo, el perseverante se concentra en la meta y hace del proceso una herramienta, no una finalidad. Los perseverantes acostumbran a tener una idea clara de adónde quieren llegar y ponen en marcha todos los mecanismos para conquistar la meta; mientras los tercos concentran los esfuerzos en hacer las cosas a su manera y a su antojo.

La perseverancia es el don de los que triunfan. Habitualmente, los que llegan a la meta no son los más brillantemente inteligentes o capaces, sino los más espabilados, los que luchan persistentemente, los que siempre hacen un nuevo intento y son flexibles en cada estadio del proceso.

El perseverante acepta lo que sucede; y a las adversidades no las considera enemigas sino aliadas para modelar el carácter y entrenar la fortaleza. En consecuencia, el perseverante tiene claro que siempre existe la posibilitad de aprender nuevas cosas para lograr la meta deseada.

Según las estadísticas, un 80% de los emprendedores desiste tras el primer intento y casi el 100% abandona tras el segundo. Por ejemplo, muchos de los libros de éxito que podemos encontrar en una librería habían sido rechazados por muchas editoriales antes de ser admitidas por una de ellas; en algunos casos habían sido descartados por más de 20 o 30 editoriales. Otros ejemplos en la empresa, en los negocios o en el ámbito familiar nos ofrecen datos determinantes que revelan que los que logran metas más bien son pocos, pero son los que siempre hacen un nuevo intento y no se acobardan a las primeras de cambio.

Friedrich Hebbel afirmó que ‘creer posible algo es hacerlo cierto’. El que persevera tiene en mente la creencia de su propio éxito; es decir, ha andado el camino sin pisarlo y cree en aquello que aspira. Creer en uno mismo es el primer paso.

Entrenar la perseverancia


* Saber lo que se quiere es el primer paso para ser perseverante. La fuerza que se posea al estar convencido de lo que se desea puede ser un plus de energía tan grande que potenciará determinantemente la capacidad de perseverancia. La pregunta de ‘esto que proyecto, ¿lo quiero de verdad?’, nos dará más disposición al esfuerzo continuado.
* Pensar positivamente y excluir cualquier pensamiento negativo. Los pensamientos negativos son como una áncora que nos retienen en un lugar, nos crean un nuevo problema y nos dejan clavados sin capacitad de avanzar. El pensamiento positivo nos proyecta hacia la meta. Para darnos cuenta de si estamos pensando en positivo, sólo es necesario observar si con el pensamiento de la propuesta que planteamos nace una mínima mueca de sonrisa en el rostro. Si transformamos el pensamiento, transformaremos las actitudes y las acciones. Podemos aprender a pensar positivamente con cierta facilidad, sólo con la decisión mental de rechazar determinantemente todo pensamiento negativo y, en su lugar, poner uno de positivo. Es un ejercicio de sustitución.
* La perseverancia es la constante superación de obstáculos. Pensar positivamente implica asumir que los problemas son consustanciales con la vida; consecuentemente, no nos deberán sorprender ni venir de nuevo. El perseverante se entrena a pensar siempre en las soluciones, no en los problemas.
* La sinceridad personal: pensar lo que se dice y decir lo que se piensa. El perseverante es muy sincero consigo mismo para no construir un castillo sin fundamentos. Implica un conocimiento realista de las propias fortalezas y debilidades. El perseverante es honesto consigo mismo.
* No confundir perseverancia con rutina. El perseverante incorpora también una buena dosis de creatividad en el planteamiento del proceso y busca la manera de conseguir el objetivo con hábitos renovados. Para darnos cuenta de si estamos instalados en la rutina, sólo es necesario observar si siempre hacemos las mismas cosas, del mismo modo y con el mismo orden y secuencia. Para salir de este automatismo, sólo sería necesario cambiar o alterar convenientemente alguno de los componentes.
* Entender que la perseverancia es un esfuerzo continuado. Una actitud intermitente, con subidas y bajadas o aceleraciones y desaceleraciones es la antítesis de la perseverancia. Una persona perseverante tiene como aliados la disciplina y la constancia perdurable en el tiempo. En consecuencia, la perseverancia es una señal de seguridad.
* La voluntad se adquiere por la repetición de pequeños actos que requieren esfuerzo.
Es decir, educarnos en el esfuerzo continuado con pequeñas propuestas diarias। Tan sólo proponernos cada día cinco pequeños asuntos disciplinados, al final conquistaremos el objetivo। Por ejemplo, si la meta de una persona es cortar un árbol grueso, hacerlo en un solo día supondría un gran esfuerzo; pero si cada día solamente le da cinco golpes de hacha, seguro que el árbol caerá igualmente. Son estos cinco pequeños actos disciplinados y perseverantes que podemos hacer cada día los que nos permitirán lograr un objetivo lejano.

©2009 Josep Marc Laporta

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