Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· El síndrome post-vacacional

El síndrome post-vacacional es un conjunto de pequeñas incidencias psíquicas y físicas que sufre una persona después de haber disfrutado de las vacaciones, por el hecho de tener que afrontar nuevamente las presiones profesionales y domésticas. Es una incapacidad de adaptación al trabajo. Los síntomas son muy parecidos a la ansiedad y a la depresión: cansancio, apatía, tristeza o falta de concentración; e incluso síntomas somáticos como dolor de cabeza, alteraciones del apetito, trastornos digestivos, insomnio o irritabilidad.

Incide cuando las condiciones de vida han superado el nivel de subsistencia. En las sociedades donde la primera necesidad es la supervivencia porque los niveles de vida son ínfimos, no existen posibilidades de sufrir el síndrome post-vacacional, porque la naturaleza obliga a subsistir. Pero si la sociedad goza de calidad de vida, entra de lleno en los factores que provocan el síndrome post-vacacional. Este síndrome se agudiza especialmente cuando las vacaciones se disfrutan lejos del domicilio familiar.

Un primer aspecto a remarcar es que el síndrome post-vacacional no es un trastorno sino un síndrome; lo que quiere decir que dentro del manual de diagnóstico de la psicología no figura, porque tiene una duración breve y pasajera. Como segundo aspecto cabe remarcar que, como síndrome, su duración es, aproximadamente, desde dos o tres días a unas dos semanas. Más allá de estos plazos sería recomendable una atención personalizada porque podría tratarse del detonante de un trastorno subyacente, como un trastorno de ansiedad, un trastorno depresivo o un trastorno adaptativo. Pero es importante constatar que el síndrome, como tal, no precisa de ningún tratamiento especializado.

En realidad, el síndrome post-vacacional se asemeja mucho al fenómeno de los lunes: volver al trabajo después del fin de semana. Los síntomas son los mismos, pero después de las vacaciones es más acusado por los cambios bruscos de comportamiento, los cuales provocan incapacidad de adaptación y miedo. Llegar de las vacaciones y volver a comprobar que se ha de afrontar otra vez las mismas incomodidades del trabajo, con un alto nivel de producción, responsabilidad o estrés, con compañeros impertinentes o con jefes agobiantes, invita a vislumbrar el reencuentro con procesos de angustia y temor.

Se calcula que un 35% de la población activa de 25 a 40 años lo sufre de manera manifiesta; pero también se considera que un gran número de trabajadores acusan una desestabilización emocional que afecta al estado de ánimo y al humor.

Cómo evitar el síndrome post-vacacional

* Repartir los días de vacaciones en diferentes etapas del año. En lo posible, repartir los días de vacaciones en periodos cortos de 10 o 12 días a lo largo del año es una de las mejores fórmulas para reducir el impacto del retorno. Además, permitirá disfrutar de un descanso más efectivo en las distintas épocas del año.
* En el caso de hacer las vacaciones seguidas y de una sola vez, volver tres o cuatro días antes de la fecha de incorporación al trabajo. La llegada al hogar y a los espacios próximos al lugar de trabajo permitirá una aclimatación y adaptación más progresiva y efectiva. Para conseguirlo será necesario acompasar los horarios de las comidas y de dormir por la noche con los horarios de trabajo, abandonando paulatinamente los hábitos de la etapa vacacional. Un proceso de aproximación ordenado y pausado con los horarios, el tiempo, el barrio y los elementos conocidos, ayudará a optimizar el retorno.
* Ir al lugar de trabajo uno o dos días antes para saludar a los compañeros y tomar contacto con las instalaciones. Si las condiciones laborales y jerárquicas lo permiten, ir un día o dos antes al trabajo para conversar unos minutos y almorzar con los compañeros puede ser de gran ayuda para familiarizarse con el ritmo de actividad que vendrá. Este contacto permitirá que en el primer día estemos más concienciados. En el supuesto de que no fuera posible tener este contacto previo, hablar por teléfono con otros compañeros ayudará positivamente a tomar conciencia y asumir mejor el cambio de ritmo.
* Empezar a trabajar en viernes. A ser posible, si la jornada laboral habitual es de lunes a viernes, empezar a trabajar en viernes. De esta manera, en este primer día se toma contacto con el trabajo, se descansa el fin de semana y el lunes se vuelve a trabajar en mejores condiciones anímicas. Si la jornada laboral no incluye el fin de semana como descanso, seguir el mismo procedimiento pero empezando a trabajar un día antes de los dos días de asueto.
* En los primeros días de actividad, motivar las relaciones sociales o lúdicas con los compañeros. Las relaciones humanas son primordiales en cualquier proceso de adaptación. Llegar al trabajo y de pronto tener contacto con el ordenador, las máquinas y los enseres cotidianos provocarán más recelo y menos adaptación. Por esta razón, fomentar la comunicación con los compañeros ayudará a compartir las experiencias de las vacaciones y, también, a soportar mejor el retorno a la actividad.
* Concentrarse en los aspectos positivos que el trabajo aporta. Cualquier ocupación laboral posee muchos aspectos positivos que es necesario descubrir y que a veces pasan inadvertidos por la rutina o por las persistentes actitudes negativas de algún jefe o compañero. En cualquier caso, hay valores muy beneficiosos a tener en cuenta…, como un amigo que deseamos volver a ver, la ilusión por un proyecto, nuevas estrategias de trabajo, producción o ventas, o una nueva manera de sentir y vivir las tareas profesionales. También es importante considerar y valorar que disponer de un puesto de trabajo es un bien muy preciado que otras personas no tienen la posibilidad de disfrutar, sufriéndolo seriamente.
* Reservar un premio para los primeros días de vuelta al trabajo. Las vacaciones han acabado, pero reservar un pequeño pero importante premio para los primeros días de actividad, puede ayudar positivamente a disfrutar con otra visión el retorno a las obligaciones. Un concierto en directo, presenciar una obra teatral, una cena con los amigos o una salida con la familia proporcionará nuevos alicientes para superar con éxito los primeros días. También puede se muy útil mantener durante unos días algunas de las actividades lúdicas de las vacaciones, como salir cada día a tomar un refresco con la familia, pasear regularmente, etc.
* Adoptar una actitud positiva y de buen humor ante las situaciones adversas. Es un cambio de paradigma। El negativismo produce resultados negativos y el positivismo genera una espiral positiva. Se puede volver al trabajo adoptando una actitud positiva y valiente. Saldados los días de descanso, mirar al futuro con un sentido de felicidad por aquello que ya se ha disfrutado y darle valor de alegría, es la mejor manera de enfrentar lo que vendrá con buenos deseos y con buen humor. Para conseguirlo es imprescindible optar por una decisión firme. Es factible: consiste en decirse a uno mismo que más vale estar contento y feliz que triste y enrabietado, pagando más tarde las consecuencias del malhumor. La mente puede aprender a mirar las cosas de otra manera, solamente necesita recibir decididamente una orden expresada con buen humor y decisión. Al fin y al cabo, el síndrome post-vacacional podría ser sólo un síntoma más de la opulencia de nuestra sociedad, que con un pequeño esfuerzo se puede vencer sin excesivas dificultades.
©2009 Josep Marc Laporta
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