Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· El aburrimiento

Nuestro tiempo se caracteriza por la saturación de información, por la gran cantidad de posibilidades de vivir y experimentar, y por poder llenar el tiempo de mil maneras। La revolución de la comunicación —con la radio, televisión e Internet—, las múltiples ofertas de recreo y la sobreabundancia —con un hiperconsumo incluso en el tiempo de ocio—, nos incitan a vivir satisfechos por una multitud de cosas que en realidad no nos dejan espacio para la reflexión serena y cabal। Contra la especulación de absolutamente todo, la ley del asombro, los programas de zapping, los nuevos amigos del Facebook o del spam cultural, ¿tiene sentido aburrirse en esta sociedad?

Como apunta el creativo Andrés Hispano, aburrirse implica dejar de reaccionar constantemente, exclusiva e inconscientemente al mundo externo para ensayar otra atención, más selectiva y más personal। El aburrimiento en sí es bueno, siempre que no signifique dejadez o depresión. Aburrirse de vez en cuando no es malo. El exceso de aburrimiento no es un buen síntoma, pero en pequeñas dosis es alentador para la imaginación. Aburrirse un poco es bueno para el cerebro, porque permite desconectarse y reanalizar el mundo; mientras si tenemos el cerebro siempre ocupado se aniquila la imaginación.

Especialmente en los primeros años de la vida de un niño, es imprescindible la ociosidad durante un cierto tiempo, porque este estado relajado permitirá desarrollar la imaginación y la creatividad, y, también, a valerse por sí mismo। Pero contrariamente, los padres proporcionan a sus hijos constantes actividades y un montón de ocupaciones sofisticadas. Es necesario reivindicar el aburrimiento controlado como centro del aprendizaje y creatividad.

Permanecer en un cierto estado de aburrimiento no significa que el cerebro esté inactivo. En realidad está muy activo, sólo consume un 5% menos de energía que cuando estamos entretenidos en algo. Aburrirse nos permite organizar nuestra mente y nos prepara para disfrutar mejor de la próxima actividad y darle más contenido. Seguro que muchas veces, después de unas largas vacaciones de verano, hemos sentido una irrefrenable necesidad de volver a la actividad. Es probable que el excesivo descanso nos haya impulsado a desear volver al trabajo; pero no sólo nos ha impulsado el deseo volver, sino que también nos ha preparado de manera cualitativa para rendir más y mejor, además de la explosividad de la creatividad y la imaginación. Este ejemplo permite hacernos una idea de que aburrirse es un estado saludable, siempre que sea en los parámetros adecuados.

Consejos para aburrirse, pero no tanto

* No caer en un estado de absoluto aburrimiento. Popularmente se dice: ‘estoy más aburrido que una ostra!’. La verdad es que no sabemos cómo se aburren las ostras, pero sí tenemos claro que un tiempo excesivo de aburrimiento puede ser contraproducente para la salud mental y anímica. Por consiguiente, es conveniente no caer en la absoluta inactividad durante demasiado tiempo. Abandonarse mentalmente y físicamente en un estado de abandono no es nada saludable. En la medida en que el aburrimiento sea frecuente, podemos llegar a quedarnos sin energía, embotados, con malestar y con una constante sensación de desorden.
* Dedicar unos minutos al día a no hacer nada. Aburrirse un poco cada día puede ser una buena manera de recuperar la creatividad y la imaginación que necesitamos cuando retornamos a la actividad. Quince o veinte minutos sin hacer nada, sin mirar la televisión y sin estar pendiente de otra cosa, puede ayudarnos a ordenar la mente y a alentarnos para una saludable actividad.
* Cuando en un niño el aburrimiento es el estado habitual, consultar con un psicólogo. Cuando un niño se aburre porque no sabe jugar con los amigos, podría ser un síntoma de depresión, problemas de socialización o alguna deficiencia intelectual. La consulta con el profesional permitirá encontrar una solución óptima.
* A los niños, no hacerles caer en la dependencia del activismo. A menudo, los padres acostumbran a imponer a los hijos una agenda de súper ejecutivo: colegio, actividades extraescolares, deberes, deportes, etc. Al pautarles tanto el tiempo, en realidad lo que hacemos es generarles mucha dependencia y, después, cuando no los tenemos cronometrados por una actividad y tienen cierto tiempo libre, no saben qué hacer, se aburren y nos reclaman atención. Dejarlos que se aburran un poco es saludable para su creatividad y aprendizaje.
* ¡Me aburro! puede ser un grito de atención. Si un niño dice ¡me aburro!, normalmente significa que pide atención de los padres y ayuda para aprender a volver a la actividad y, en su caso, a jugar. No nos hemos de angustiar porque diga ¡me aburro! Ni mucho menos correr para ponernos a su disposición. Si siempre nos ponemos a hacer algo con él, siempre quedará insatisfecho. Es mejor no solucionarle la papeleta, sino que es preferible hacerle algunas sugerencias.
* Ayudarlos a saber salir por ellos mismo del aburrimiento. Habitualmente, cuando un niño se aburre, solicita nuestra atención. Para ayudarlo, es conveniente jugar un poco con él, iniciándolo y enseñándolo, e invitándolo a continuar en la actividad, para retirarnos discretamente, con la finalidad de dejarlo sólo con su juego. Aburrirse y dejar de aburrirse también es un aprendizaje muy útil en la vida.
* En los adolescentes, un excesivo aburrimiento podría traer a ciertas adicciones y consumo de drogas. Cuando un adolescente dispone de demasiado tiempo libre y previamente no ha tenido un aprendizaje en el momento de aburrirse y dejar de aburrirse, es muy posible que acepte cualquier propuesta que no sea demasiado saludable. Vigilar sus tendencias nos facultará para saber afrontar cualquier desviación.
* No tener miedo al aburrimiento. Cuando están solos, muchos adultos siempre tienen un libro o juegan con el móvil con la finalidad de no aburrirse. Otras veces encienden la televisión al llegar a casa para no caer en el aburrimiento. Muy a menudo, el aburrimiento está relacionado con el pánico a la soledad. Es bueno aprender a estar solo.
* Entretener el tiempo es una sabia actitud frente la vida. El tiempo es la página dónde escribimos nuestra vida। Muchas veces llenamos tanto el tiempo de cosas, que lo convertimos en un espacio cerrado a experiencias nuevas y saludables. Jugar con el tiempo, optando por la posibilidad de llenarlo o no, dejarlo a medio llenar, aburrirnos o aprovecharlo al máximo, son posibilidades muy saludables para nuestra capacidad cognitiva y creativa.
©2009 Josep Marc Laporta
Licencia de Creative Commons