Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· El síndrome del nido vacío

El síndrome del nido vacío es el nombre que se da a la situación caracterizada por la salida de los hijos de casa, producida por el cambio de residencia, razones académicas o laborales, un nuevo estado de pareja o matrimonio, o la búsqueda de la independencia। Es un síndrome que afecta a los padres y, más concretamente, a las madres.

La salida de casa de los hijos es ley de vida। Todo el mundo sabe que en algún momento de la vida sucederá, pero es necesario tener en cuenta la sensación de orfandad y crisis emocional que invade a los padres en un momento como este. Especialmente en las madres, las sensaciones de tristeza, falta de interés y de alicientes, constituyen inacabables problemas que, en realidad, no vienen dados por la marcha del hijo, sino por ciertas actitudes vitales respecto a la familia, los hijos, los roles sociales o la vida.

Muy posiblemente muchas madres no supieron disfrutar de la vida, ser felices por sí mismas, prestarse atención o considerarse, divertirse, buscarse un espacio de ocio y llenarlo satisfactoriamente। Es muy probable que estas actitudes fueran instauradas por sus propias madres, quienes las imbuían de un espíritu de sacrificio, especialmente con referencia al hogar. De esta manera hacían todas las tareas de casa, gestionaban los asuntos familiares, atendían al marido, educaban a los hijos, los animaban, los asesoraban en todo y, aún más allá, los ayudaban en los momentos más críticos sin ninguna contraprestación. La razón de ser de su existencia eran los hijos, mientras que ellas siempre se postergaban para el último lugar de las atenciones. Ni que decir tiene que las funciones familiares y sociales de las madres han sido muy importantes y trascendentes; pero, en contrapartida, su papel en el mundo era subsidiario, nunca principal. La tarea que desarrollaban lo llenaba todo e, inconscientemente, en su intensa dedicación suponían que siempre sería así y que nunca cambiaría. Siempre tenían demasiadas cosas que hacer como para pensar en otras opciones y, mucho menos, para pensar en ellas mismas. Sin querer se despreciaban y no se tenían cuenta.

En este síndrome también inciden otros aspectos como la edad en la que menopausia ya ha llegado o esté a punto de llegar, afectando psicológicamente en mayor o menor grado, dependiendo de la mujer. También influye la relación que haya tenido y tenga con la pareja o el marido. La actitud de compromiso entre ambos miembros de la pareja será primordial para la superación de este momento. Otro aspecto a tener cuenta es que en la actualidad existe la tendencia de que los hijos marchen de casa a una edad más tardía (entre los 30 y 40), que es cuando los padres tienen entre los 50 o 60 años. Es necesario considerar que la incidencia puede ser muy variable, pero que no por convivir más años juntos significará que no se dé el síndrome del nido vacío.

Cómo prevenirlo y/o superarlo

* Prepararse antes de que suceda. Disminuye potencialmente el impacto si hay una preparación antes de que los hijos marchen. Reconocerlo previamente permitirá aceptarlo con más vinculación y realismo.
* En el último año de estudios de los hijos, disfrutar especialmente de ellos y empezar a dejarlos psicológicamente. En este año frontera, hacer un proceso de despido consciente. El último año de estudios es un buen momento para concienciarse de que el tiempo de tenerlos a casa se está acabando. Una buena estrategia de despido y de inicio de una nueva relación con el hijo ayudará a una buena superación.
* Tener otras actividades o intereses además de aquellos relacionados con los hijos. Es decir, tener una vida llena. Disfrutar de actividades como un trabajo más adecuado, una tarea social voluntaria, actividades lúdicas no relacionadas con el crecimiento de los hijos, fortalecer amistades o fortalecer la relación en pareja, pueden ser opciones para prever el síndrome del nido vacío. Situar los hijos en el único lugar prioritario de la vida, reduce considerablemente el sentido de una vida plena.
* Pensar en los aspectos positivos de la nueva situación. Contemplar las posibilidades personales, sociales o culturales que se abren con la marcha de los hijos potencia la capacidad de aceptación. Una afición o una actividad que antes había sido imposible de realizar, ahora se presenta como una gran oportunidad que se puede lograr. Otro de los beneficios es la disminución de responsabilidades primarias, las que tienen que ver con la educación y la formación más elemental. Este nuevo estadio permitirá disfrutar de nuevas responsabilidades filiales de carácter más lúdico y ambivalente.
* Asumir que los hijos ya están listos para dejar el nido será el reflejo de una paternidad bien ejercida. Además de esta realidad, asumir que ellos están a punto para tener su autonomía implicará una mejor asunción de la inminente marcha, con una idónea superación de la partida.
* Pensar y plantear una nueva concepción y relación con los hijos. Cuando finaliza una etapa, empieza otra. Si la primera ha sido buena y satisfactoria, es muy probable que la siguiente también lo sea. Pensar y plantear que llega una nueva y positiva manera de disfrutar de la relación con los hijos permitirá tener una acertada actitud para superar la marcha. Los nuevos tiempos traen nuevas realidades y relaciones que pueden ser muy interesantes. La oportunidad de inaugurar un nuevo tiempo de relación con el hijo que se va es una buena ocasión para rectificar aspectos que habían sido afectados, sustituyéndolas por nuevas.
* Fortalecer otras relaciones, sin romper la que se tiene con el hijo. Cuando el hijo marcha no es el momento de fortalecer obsesivamente la relación con él, sino de inaugurar una de nueva. Pese a que será la misma forma de relacionarse, siempre será renovada y diferente. Pero, al mismo tiempo, también es muy provechoso fortalecer otras relaciones con amistades o con la pareja, que ayudarán a vivir con un sentido positivo y saludable.
* No estipular citas regulares y obligadas, como comidas o encuentros, sino proporcionar nuevas formas de relación más creativas. Habitualmente se intenta estipular citas muy rígidas de contacto, como por ejemplo, una comida de toda la familia los domingos. Es aconsejable no imponer una sola forma de relación cerrada, que muchas veces acostumbran a ser demasiadas rígidas, sino incluir otras más flexibles como invitaciones en otros días y horas, llamadas regulares pero no en la misma hora ni día, o invitaciones a algún espectáculo que le guste al hijo, como cine o teatro.
* Investigar nuevas maneras de relacionarse con el hijo. No todo pasa por comer juntos o por interesarse por él y ya está, sino que existen otras maneras de relacionarse y de sentirse parte uno del otro. Por ejemplo, escribirle la receta de la comida que más le guste para que la pueda cocinar él mismo, es una manera de establecer nuevos tipos de relación.
* Aprovechar la nueva situación de que el hijo no está en casa para darse un regalo especial. Un viaje que nunca se ha podido hacer o una reforma en el hogar pueden ser maneras de enviarnos una señal de que la vida continúa con otras metas y propósitos.
* Hablar de lo que se siente con amistades ayudará a ordenar las ideas y a regular las sensaciones. Hablar y comunicarse es la mejor manera para superar muchas dificultades. A veces se habla más de lo que sucede que de lo que se siente. Comunicarse sobre lo que se siente es el mejor camino para resolver muchas dificultades de carácter psicológico.
* Visitar a un especialista en caso de sensaciones persistentes de apatía, desgana por todo, ansiedad o tristeza muy acusada. Especialmente, si la marcha de casa del hijo coincide con una relación de pareja dificultosa, la retirada del periodo menstrual o una relación filial atribulada, la ayuda de un especialista es necesaria y, posiblemente, urgente।
©2008 Josep Marc Laporta
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