Transcripción resumida de la exposición de Josep Marc Laporta —psicólogo social y coach— en el magazine matinal radiofónico de Radio Arena, emitido semanalmente durante los últimos cuatro años. Consultas y conferencias: jmlfcoach@hotmail.com

· Año nuevo, ¿vida nueva?

Siempre sucede igual: inauguramos un nuevo año y nos hacemos propósitos nuevos; o llega un nuevo curso del instituto o de la universidad y procuramos que sea un año diferente; o a raíz de alguna situación especial o por alguna causa idónea, nos proponemos empezar de nuevo para cambiar muchos aspectos de nuestra vida। El volver a empezar o el ponernos nuevos retos distintos a los anteriores, son nuevas metas que a menudo ponemos en nuestro camino para mejorar, alcanzar nuevos objetivos o, simplemente, ser mejores.

Debido a la inercia del día a día y a la fatiga del camino, nos proponemos nuevos retos y distintos propósitos porque el ser humano busca encontrar nuevos alicientes que den un nuevo impulso a su vida. Socialmente nos quieren hacer creer que nuestro cambio es ir al gimnasio, iniciar una dieta, comenzar una nueva colección de fascículos, dejar de fumar o aprender inglés por enésima vez.; pero una vida nueva implica tal vez todo eso, pero sobre todo conocernos profundamente y tomar la decisión de ser responsables de nuestra vida. Hay muchas cosas que no podemos decidir si pasarán o no pasarán, pero al menos sí que podemos escoger la actitud con la que las afrontaremos.

La vida es un proyecto que a cada persona le corresponde desarrollar plenamente. Una vida nueva es un proyecto de pequeñas cosas, no necesariamente de grandes. Los grandes objetivos están tejidos de multitud de invisibles detalles que son los que construyen nuestra real felicidad y propósito. Es evidente que poner delante nuestro exclusivamente grandes metas sin un cambio real de perspectiva o de forma de ser íntima y personal, al final sólo significará un esfuerzo mayúsculo, pero baldío y sin los resultados deseados.

Cada 31 de diciembre a las 12 de la noche nos decimos unos a otros: ¡feliz año nuevo!, y ¡año nuevo, vida nueva! ¿Pero en qué se puede diferenciar un nuevo año o una nueva etapa de la anterior? Básicamente en las pequeñas decisiones de carácter más trascendente. Es decir, cambiar aspectos que a simple vista no parecen importantes y de menos calado, pero que en definitiva son los que mueven la vida.

Procesos de cambio para una nueva etapa

* Dejar de quejarnos. La queja limita muchas de nuestras mejores capacidades de avance en la vida. Quejarnos es poner palos en las ruedas de nuestro caminar diario, limitando la ilusión y la mirada limpia ante los problemas y sus circunstancias. Cada vez que nos quejamos, esclavizamos y sometemos una parte de nuestro cerebro a la inactividad. Dejar de quejarnos es uno de los cambios más trascendentes para empezar una nueva etapa.
* Dejar de compadecernos. Cualquier cambio exige un carácter valiente y responsable, por lo cual la autocompasión o, incluso, quejarnos de nosotros mismos es la puerta trasera por donde escapan nuestros esfuerzos y nuestras mejores capacidades. Dejar de compadecernos nos dará fuerza y resistencia para emprender el camino hacia el objetivo propuesto.
* Autoconocimiento. Para marcarse objetivos en una nueva etapa de la vida, nada mejor que partir de la base del autoconocimiento. Sin lugar a dudas podremos avanzar en nuevas etapas aún sin conocernos ni tener claro cómo somos, pero es posible que las influencias negativas y las dificultades del camino tiren por tierra nuestras buenas intenciones. Conocerse implica saber nuestras virtudes y nuestros defectos, nuestras capacidades y habilidades, tener claro lo que sabemos y lo que debemos aprender, y ser consecuentes y fidedignos con todo ello. Conocernos es decirnos la verdad sobre nosotros mismos, aceptándonos tal como somos.
* Perder el miedo al cambio. Muchas veces se tienen buenos propósitos para una nueva etapa, pero no se alcanzan porque existe un miedo al cambio que atenaza cualquier movimiento. Para perder el miedo al cambio hay que ejercitarlo más a menudo, habituándose con pequeñas y sucesivas mudanzas. La naturaleza es cambio, transformación, mutación; nada es para siempre y nada posee el valor de absoluto y definitivo. Las personas que han acostumbrado su mente a cambiar son las que poseerán los mayores recursos para afrontar nuevas etapas y nuevos retos.
* Como viajeros que somos de la vida, hemos de llevar en nuestra personalidad aquello que nos será útil durante todo el viaje. Los nuevos retos para una nueva etapa no son más que aspectos externos del auténtico equipaje que llevamos en la vida. Como si fuera una maleta de viaje, en un nuevo período añadiremos lo que realmente nos servirá para todo el trayecto, no sólo para una parte. Algunos de ellos son: la disciplina, la actitud humilde, la firmeza de carácter, la amistad, etc., valores que serán la base y esencia de cualquier cambio, pero, sobre todo, del viaje completo.
* Visualizar el objetivo, integrándolo en el futuro en toda su totalidad y en todos los aspectos de la vida. Un objetivo fuera de nuestro contexto y fuera de todo futuro factible no nos será útil y nos será un estorbo. A veces pretendemos alcanzar metas absolutamente inabordables, cuando lo que realmente podríamos alcanzar queda dentro de nuestras posibilidades objetivas y prácticas.
* Tener en cuenta los cinco pasos básicos para empezar una nueva etapa.
1. escoger bien los proyectos personales (no abarcar más de lo conveniente),
2. que tengan un significado importante para nosotros (trascendentes y vinculantes),
3. que incorporen nuestros valores (los valores de los demás no nos sirven)
4. que se adecuen a nuestra identidad (nuestra identidad nos capacita y avala)
5. que nos proporcionen alguna satisfacción (sin ella perderíamos fuerza).
* No plantearnos todos los cambios al mismo tiempo. Establecer los cambios a corto plazo, medio y largo, y apuntarlo en la agenda para tener conciencia de que estamos en el buen camino y cumplimos todas las etapas. Es preferible un proceso lento pero seguro, que rápido e inestable. Los cambios acelerados y en un efecto dominó pueden llevarnos al descontrol y a la inseguridad en el proceso.
* Cualquier cambio repentino ha de estar acompañado de verificables y previas transformaciones internas. Se puede dejar de fumar de un día para otro, pero no servirá de nada si antes no ha habido una transformación, preparación y convicción interna. Cambiar un acto o un hábito externo es el resultado de múltiples transformaciones psicológicas.
* Que los objetivos no sean nuestra tumba. A veces nos ponemos objetivos inalcanzables que nos llevan a la obsesión y a la precipitación y, también, a nuestra perdición। Las metas deben ser factibles y posibles para no llevarnos a una repentina derrota.
* Tener una buena motivación. Mas que voluntad o mucha voluntad, los cambios necesitan de buenas motivaciones. Si hay un propósito que ilusiona y da coraje, la voluntad se moviliza más fácilmente. Una buena motivación es el alma de cualquier cambio o nueva etapa.
* Hacer cambios individuales sin dejar de impulsar cambios colectivos. Querer exclusivamente transformarse uno mismo sin afectar al colectivo en el que estamos vinculados, es luchar contra un muro de piedra। Cuando pensamos que mi cambio individual es suficiente para cambiar mi entorno y la sociedad, en el fondo nos culpabilizaremos cuando no consigamos lograr el objetivo। Cambiando mi entorno también me cambio a mí mismo। Es decir, un buen escenario hace mejor la obra; un buen argumento enaltece el papel individual। Asimismo, para alcanzar un objetivo individual, también son necesarios algunos cambios del entorno.

©2010 Josep Marc Laporta

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1 comentario:

  1. No puedo mas que estar de acuerdo con lo que dice. He comprobado en mi vida lo que usted dice, los cambios primeramente han de ser de dentro.

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